Apesar de que se decretaron restricciones en actividades públicas y de que se cerraron playas, marzo terminó en Brasil con 66 mil muertos por coronavirus, más del doble que lo registrado el mes anterior.
En febrero nunca se superó la cifra de dos mil muertos en un día. En marzo, llegó a casi cuatro mil. En lo que va de la pandemia, en el gigante sudamericano (el segundo país más castigado del mundo por el Covid-19) se contagiaron 13 millones de personas, de las cuales fallecieron 330 mil.
Pero la mayor preocupación de los expertos brasileños no radica tanto en el virus, sino en la respuesta del Gobierno. El presidente Jair Messias Bolsonaro, un ferviente militante anticuarentena, se ha dedicado desde hace un año a minimizar su gravedad. Alguna vez llegó a afirmar que las víctimas no murieron por coronavirus, sino “porque son débiles”.
“Algunos van a morir. Lo lamento. Soy Mesías, pero no hago milagros”, se burló en una ocasión.
Michel Gherman, uno de los directores del Núcleo de Estudios Judaicos de la Universidad de Río de Janeiro, vinculó la postura de Bolsonaro ante las muertes por la pandemia con el nazismo. “El presidente cree que está limpiando a Brasil de ‘débiles’; lo dijo algunas veces. Estamos hablando de un gobierno nazi o, al menos, con fuerte influencia de la cultura y la estética nazis”, expresó en declaraciones a Le Monde Diplomatique.
Bolsonaro también convocó a manifestaciones sin barbijo y fue el abanderado de la consigna “Brasil no puede parar”, en contra del cierre de actividades económicas.
Por TV, recomendó el uso de hidroxicloroquina e ivermectina, drogas sin aval científico para tratar el virus, lo que derivó en la renuncia de los ministros de Salud Luiz Henrique Mandetta y Nelson Taich, quienes se negaron a convalidar lo que Bolsonaro llamaba “tratamiento precoz”.
Colapso sanitario
El colapso sanitario es palpable en muchos estados, incluso en aquellos con mejor infraestructura. “Llevo un año y cuatro meses en esta unidad y nunca he experimentado lo que estamos viviendo hoy. Durante la primera ola, estábamos más preparados, pudimos transferir pacientes. Pero esta segunda ola parece que tomó a todos por sorpresa y no sé por qué”, contó un enfermero a la cadena CNN.
“Es un número absurdo de casos graves, y no sólo en ancianos o en personas con comorbilidades, hay gente mucho más joven, en el grupo de edad de 28 a 40 años, que están entrando en estados severos y necesitan ser intubados, y desafortunadamente están perdiendo la vida debido al Covid-19. Ayer falleció una mujer de 30 años al llegar a la unidad. Nos asusta ver a alguien que se parece a nosotros morir tan rápido por esta enfermedad”, agregó.
El descontrol del virus coincide con el lento proceso de vacunación en el país de 210 millones de habitantes, donde fue vacunado cerca del 10 por ciento de la población.
El Gobierno se comprometió ahora a vacunar a un millón de personas por día durante abril, gracias a la disponibilidad de 30 millones de dosis por parte del Instituto Butantan y la Fundación Oswaldo Cruz, encargados de la producción en Brasil de la vacuna china Sinovac y de la de la Universidad de Oxford, respectivamente, según informó el ministro de Salud, Marcelo Queiroga.
El carácter devastador de la pandemia en Brasil puso en alerta a los países vecinos. Uruguay, que comparte frontera, tiene en Rivera (al norte) a su ciudad más afectada por el virus, con récord de contagios y su hospital público saturado.
Se trata de un territorio que limita en una frontera seca con Santana do Livramento (Brasil) y en donde sus habitantes se cruzan constantemente de un lado a otro. Es, también, una suerte de talón de Aquiles para el Gobierno uruguayo, que decidió reforzar en ese sector la presencia de militares y de policías.
Actualmente, Uruguay acumula 108.188 positivos (21.979 activos), 360 internados en terapia y 1.009 fallecidos. El índice de Harvard indica que mientras Uruguay tiene 66,3 casos nuevos en los últimos siete días por cada 100.000 habitantes, el departamento de Rivera se mueve en 145,27 y es el que ha estado en zona roja por más tiempo.
Crisis política
La pandemia no es el único desafío de la gestión de Bolsonaro. El excapitán de reserva afronta una grave crisis política.
Días atrás, el vicepresidente Hamilton Mourao debió salir a descartar la posibilidad de un golpe de Estado, luego de la crisis militar causada por la decisión del presidente de echar al ministro de Defensa y provocar la salida de los jefes de las tres Fuerzas Armadas. “La chance de una ruptura institucional es cero. Pueden designar a quien quieran, no hay ruptura institucional. Las Fuerzas Armadas siempre se van a guiar por la legalidad”, dijo Mourao.
La “sustitución” de los jefes militares es algo inédito en Brasil y ocurre en un gobierno, paradójicamente, presidido por un capitán de la reserva del Ejército y en cuyo gabinete casi la mitad de los ministros proceden del sector castrense y que, además, suelen reivindicar la última dictadura.
Los hijos de Bolsonaro, Flavio y Eduardo, también son investigados en la Justicia. Uno, por presunta corrupción; y el otro, por la difusión de noticias falsas y la promoción de “actos antidemocráticos”.
Eso no es todo. Por ahora, Bolsonaro logró frenar el avance de 69 solicitudes de juicio político –récord en Brasil– acumuladas en Diputados.
La mira en 2022
Seis candidatos a las elecciones presidenciales que se celebrarán en Brasil el año que viene lanzaron un manifiesto “por la consciencia democrática”, en un momento político marcado por las declaraciones que justifican el golpe de Estado de 1964 del nuevo ministro de Defensa, Walter Braga.
El texto está firmado por el gobernador de San Pablo, Joao Doria; el exministro de Salud Luis Henrique Mandetta; el presentador de televisión Luciano Huck; Joao Amoedo; Eduardo Leite, y el candidato de izquierda Ciro Rodríguez. “La conquista de Brasil soñada por cada uno de nosotros no puede prescindir de la democracia. Es nuestro legado, nuestro suelo, nuestro faro. Depende de cada uno de nosotros defenderlo y luchar por sus principios y valores”, dice el comunicado, que advierte sobre cómo el autoritarismo puede “emerger de las sombras”.
El texto es, según expertos, un intento de crear un espacio de centro entre el actual presidente y el exmandatario Lula da Silva, quien asoma como favorito para las próximas elecciones.
El líder del PT se mostró muy crítico ante el manifiesto, pues aseguró que sus firmantes prefirieron votar por Bolsonaro en vez de apoyar al candidato de su partido, Fernando Haddad, en la segunda vuelta de 2018. “Estoy a favor y aplaudo cualquier manifiesto que defienda la democracia. Todos tuvieron la oportunidad de garantizar la democracia votando por Haddad. Esta gente prefirió votar por Bolsonaro. O sea, ¿haces un manifiesto y ni siquiera reconoces el error?”, señaló Lula.
No obstante, el expresidente no cierra la puerta a que el PT se alíe con algunos de los firmantes u otras fuerzas políticas de centro, de cara a las presidenciales. Y recordó que cuando gobernaba, mantuvo acuerdos con algunos de los firmantes.
Sudamérica, complicada. El colapso sanitario de Brasil encendió la alarma en países vecinos, como Uruguay (ver página 16) y Paraguay, que en sus zonas limítrofes registran la mayor cantidad de contagiados. También en Argentina los números están en ascenso.
Fuente: (La Voz)