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sábado, 20 abril, 2024
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    Cómo se puede mejorar el empleo

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    El Espacio Laborar, integrado por un conjunto de organizaciones gremiales (Sindicato del Seguro, Uocra, UPCN, Dragado y Balizamiento, y Cerveceros) realizó su Conferencia 2022 denominada “Desarrollo, producción y trabajo”. De ella participaron distintos expositores, de diferente extracción política. “Este espacio no tiene inclinación político partidaria, es impulsado por un grupo de sindicatos que que estamos adentro de la CGT e intentamos debatir una mirada más allá de lo electoral y de la puja al interior de los diferentes espacios de presentación política”, explicó Juan Carlos Schmidt, de Dragado y Balizamiento.

    Del encuentro participan el economista y docente de la Universidad Torcuato Di Tella, Edurado Levy Yeyati, el director de la consultora Equilibra, Martín Rapetti; Flavia Costa y Claudia Jacinto, especialistas en educación, trabajo y tecnología; Carlos Leyba y Diego Bossio, para hablar sobre la agenda del desarrollo; Alex Roig y Agustín Salvia, en el panel referdio a po breza, desigualdad y trabajo; y en un último panel a cargo de los dirigentes empresarios Carolina Castro y José Urtubey, trata sobre “Liderazgo, igualdad de género e innovación”.

    Uno de los temas que asoman en la agenda es la discusión alrededor del andamiaje legal del trabajo formal, que desde las distintas facciones de Juntos por el Cambio anticiparon que piensan desregular en caso de ganar las elecciones del año que viene.

    La exposición de Eduardo Levy Yeyati fue controversial en el planteo inicial. “Cuando se dice “más y mejor empleo, en la mayoría de los casos se está entrando en una contradicción: porque los mejores empleos son más productivos y por tanto producen lo mismo con menos mano de obra”.

    “Solo creciendo o aumentando la productividad no se resuelve el problema de la inclusión laboral”, sentenció Yeyati, de algún modo contradiciendo las palabras de Rapetti, quien enfatizó en el crecimiento del PBI per cápita.

    Yeyati entiende a la inclusión laboral como un fenómeno más amplio que la generación de empleo privado formal. El especialista reconoció que el grueso de las propuestas de reforma laboral en Argentina proponen reducir el costo laboral del empleador “y sin embargo dicha política, está ampliamente demostrado, no genera empleo”.

    En ese sentido advirtió que debe atenderse el “descalce de formaciones”, es decir, que los trabajadores carecen de ciertas competencias que las empresas requieren, para lo cual mencionó una idea de vieja data como la creación de un Instituto de Formación Profesional que contemple las necesidades de los mercados locales.

    También apostó ante el público sindical presente a recomendar la modificación del actual sistema de paritarias ya que “la negociación centralizada, en convenios colectivos, muchas veces penaliza a las empresas pequeñas” que no alcanzan los mismos estándares, ni de productividad pero tampoco de intensidad laboral, que las grandes compañías, frente a lo cual recomendó la “apertura” de la negociación colectiva.

    Mencionó la posibilidad de impulsar una “reforma tributaria que flexibilice las condiciones de formalización de las empresas pequeñas”, algo similar a un régimen simplificado que permitiría atender la situación de las y los trabajadores informales “que en un 60 a 65 por ciento se emplean en microempresas”.

    Previamente, Martín Rapetti había planteado su idea de proponer “Metas de Estado” que supongan la capacidad de alcanzar “acuerdos elementales entre la dirigencia entendida en sentido amplio: la política, los sindicatos, los movimientos sociales e intelectuales”.

    Rapetti propuso, por ejemplo, la meta de bajar en 20 puntos la pobreza en 20 años: de aquí a 2040, algo que podría transitarse bajo tres escenarios que estilizó con distintas pautas de crecimiento del PBI per cápita, de niveles de inversión y de crecimiento de las exportaciones.

    El escenario que llamó “mediocre” básicamente cumple con las condiciones que tuvo la economía argentina desde la salida de la democracia hasta 2019, con un crecimiento anual del PBI per cápita menor a un punto. Eso supone que “en 2040, y sin crisis económicas, la pobreza se reduciría al 29,2 por ciento de la población” según sus cálculos.

    Ante un escenario “optimista”, que supone un crecimiento del PBI por habitante del 1,7 por ciento anual –similar al de países como Colombia, Perú y Uruguay–, “la pobreza se reduciría hasta un 21 por ciento en veinte años”. Por último, en el escenario “sobresaliente”, que emula un crecimiento del PBI per cápita del orden del 2,8 por ciento como tuvo Chile, “la pobreza se reduciría hasta el 12,6 por ciento en 2040”, estimó Rapetti. Indicó, además, que “moverse hacia escenarios más promisorios implica prácticamente cuadruplicar la tasa de crecimiento de las exportaciones”. Resumió su idea sentenciando que, “sin crecimiento, no podremos reducir la pobreza.”

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