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sábado, 20 abril, 2024
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    El furor por la camiseta de la Selección. Agotada en todo el Mundo

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    “En las casas de deporte no hay mercadería, agotaron el stock y quieren proveerse de más producción”, relata Fabián Tarrio, director de área de Comercio de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). No hay nada en las tiendas de deporte pero el fenómeno no es sólo de Argentina: la marca oficial de las camisetas de la Selección, Adidas, ya colgó el cartel se “no hay stock” en su portal de ventas on line de la tradicional remera celeste y blanca con el 10 de Lionel Messi. En la periferia del marketing donde opera La Salada, la feria ambulante más grande del país con más de 10.000 puestos de venta, tampoco se consiguen camisetas: “es algo que nunca ví en mi vida”, confiesa Jorge, vendedor de 65 años y trabajador desde los 8 años de edad.

    Los bordes de la legalidad y la ilegalidad no siempre se rozan, a veces parecen más bien caminos paralelos: si una camiseta de futbol original cuesta más de 20.000 pesos y las imitaciones, o “truchas”, se consiguen al valor de 2.000 es claro que apuntan a públicos distintos. La camiseta original violeta cuesta 10.000 pesos pero hay personas para quienes pagar ese precio significaría dejar de comer. “Si hay 20 millones de argentinos pobres, ese es el público de La Salada, más los compradores de países limítrofes”, agrega Jorge para dar dimensión. Nadie va a dejar de comer por comprar una camiseta de futbol.

    Para Fabián Castillo, presidente de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Fecoba), la diferencia está en los montos y también en las modalidades de pago: “las camisetas originales se financian con tarjeta de crédito pero lo que es trucho se va a pagar siempre en efectivo”, y reconoce que los planes Ahora 3 y Ahora 6 están sirviendo para dinamizar las ventas en los pequeños comercios. Naturalmente, el Mundial permitió que proliferaran las ventas legales e ilegales en el país pero “no hay baratas ni caras”, asiente Tarrio de CAME advirtiendo lo singular del fenómeno actual.

    Cuenta Jorge de La Salada que los puesteros a quienes alquila en Punta Mogotes, la feria más antigua de La Matanza, ya no van a los puestos “porque trabajan directamente por encargue: les dicen preparame 40 camisetas, y ya las tienen vendidas, salen por expreso sin necesidad de llevarlas al puesto”. Conforme ganaba la selección en las últimas semanas “aumentó fuerte la venta de merchandising albiceleste: gorras, banderas, maquillaje y otros artículos”, agregó Castillo de Fecoba, “y también creció el consumo por delivery o en los bares y restaurantes, algo que no ocurría en el Mundial anterior”. Según las mediciones de Fecoba, las ventas de televisores fueron las únicas que aumentaron más en el Mundial pasado.

    Para Fabián Tarrio, representante de CAME, la demanda de artículos de la selección nacional tiene un fuerte componente psicológico “porque la gente puede identificarse con algo que nos va bien, con un equipo que gana”. Los padres y madres compran camisetas de futbol a sus hijos porque en ellos es muy grande el entusiasmo. Pero también hay que considerar la etapa del año en la que estamos: “en diciembre hay dificultad para reponer la mercadería, los comercios se abastecen antes pero este Mundial superó las expectativas”, afirman desde Fecoba cuando intentan explicar que no haya quedado disponibilidad de stock en las tiendas deportivas.

    Sobre la legalidad e ilegalidad de las ventas, Jorge de La Salada manifiesta que “ilegal es comprar un artículo imitación y venderlo en el comercio como si fuera un producto de marca”, algo que también ocurre en medio de este fervor por las ventas. “Nosotros corremos cuando producimos, por eso la terminación de una prenda comprada en la feria es distinta de la que encontrás en los comercios, pero la diferencia es mínima cuando uno considera los precios”, advierte. Para los representantes del comercio registrado “la calidad no es la misma de ninguna manera”.

    Ahora bien, en términos estadísticos las ventas de indumentaria tanto en el sector formal como en el informal volaron en 2021 y el 2022. Según los datos del último informe de CAME, las ventas medidas en volúmenes cayeron 8,4 por ciento en los primeros once meses del año versus un 2021 récord. Para el comerciante de La Salada aumentaron “140 por ciento en 2021 y 200 por ciento en 2022, con algunos matices como el día de la madre que hubieron menos ventas”.

    Los representantes de los pequeños y medianos comerciantes registrados enumeran una serie de dificultades que, especialmente a esta altura del año, impactan negativamente sobre el negocio. En primer lugar mencionan que “las MiPyMEs no pueden afrontar el pago del bono de fin de año en un mes donde además pagan aguinaldos y vacaciones y en un contexto donde los costos no paran de subir”, dijo Castillo de Fecoba.

    También mencionan las dificultades para hacerse de los dólares necesarios para comprar insumos y mercadería: “cada vez se hace más difícil reponer”. Y por último se refieren al efecto del Mundial ya que “si bien la actividad mejora, se trata de un mes que debe servir para aguantar hasta marzo, ya que en enero y febrero las ventas se estancan”.

     

    El complejo mundo de la microeconomía se reparte entre distintas modalidades de producción, legales e ilegales, y entre los efectos favorables del Mundial y las tensiones de precios propias de fin de año, que no descansan pese al clima futbolero.

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