La pandemia de coronavirus produjo “un retroceso de 10 a 12 años” en las políticas para reducir la pobreza en los países de América Latina y el Caribe. Así lo estimó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El representante regional del organismo, el uruguayo Mario Lubetkin, alertó que esa situación torna imperiosa “una transformación de los sistemas alimentarios”, a fin de lograr el incremento de su productividad y poder eliminar el hambre en la región.
Lubetkin disertó en la asamblea anual de la Cepal que se realizó en Buenos Aires. Destacó que los países de la región “producen alimentos para 1300 millones de personas, el doble de su población” y poseen “el 14 por ciento de los cultivos del mundo”, para continuar con una descripción que acentúa la riqueza en biodiversidad en esta zona del planeta.
“En la producción y comercio de alimentos la región es clave y se encuentra inserta en cadenas globales de valor. La región es clave también para la seguridad alimentaria global”, destacó. Para luego advertir que dicha “seguridad” estaba puesta en riesgo desde antes del Covid, desde los años 2000, pero que la crisis económica y social sin precedentes del coronavirus agravó la situación.
“El PBI per cápita de la región retrocedió 7,6 por ciento entre 2019 y 2021, uno de los mayores en 100 años”, lamentó. “La cantidad de pobres aumentó de 187 millones en 2019 a 201 millones en 2021, lo que significa que hemos incrementado los niveles de pobreza de un 30,5 a un 32,1 por ciento” en la región. “En tanto, el número de habitantes en condiciones de pobreza extrema o indigencia se elevó en el mismo período de 70 millones a 86 millones, lo cual en términos de porcentaje se traduce en un aumento del 11,4 al 13,8 de la población de la región”, detalló el uruguayo.
A modo de comparación, el mes pasado el Indec publicó los datos de pobreza e indigencia en Argentina en el primer semestre de 2022. La primera abarcó al 36,5 por ciento de la población, es decir por arriba de los números regionales, y la segunda al 8,8 por ciento, es decir que la pobreza extrema es menor en nuestro país versus el conjunto de Latinoamérica.
Lubetkin citó palabras de Alberto Fernández al reconocer que “la pospandemia tampoco ha sido fácil”. Y enumeró problemas como “el aumento del gasto público para hacer frente a las consecuencias de la covid-19, la interrupción de las cadenas de suministro, el incremento de la demanda energética, el conflicto entre Rusia y Ucrania y las consecuencias del cambio climático”. Son factores que contribuyeron “a aumentar los precios de los combustibles, fertilizantes y alimentos” a nivel global, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de millones de personas.
Ante ese escenario, afirmó que “los países de la región deberán redoblar esfuerzos para incrementar la productividad de sus sistemas alimentarios” y que “no sólo deberán focalizarse en cuestiones de rentabilidad, sino de impacto social y ambiental”. Afirmó que sólo para cumplir el segundo objetivo de la Agenda de Desarrollo 2030, el de eliminar el hambre, “será necesario aumentar la productividad agrícola un 28 por ciento en esta década, y al mismo tiempo controlar la emisión de gases para cumplir con los objetivos del Club de París.”
El sector agropecuario necesita nuevos modelos de producción para hacer frente a esos desafíos. “Los sistemas agroalimentarios contribuyen en casi el 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero”, se lamentó el especialista. Finalizó su exposición mencionando dos programas recientes de la FAO para favorecer distintas cadenas de valor alimenticias en unos 10 países del mundo, y 7 de Latinoamérica, coordinando planes de inversión como se propone el programa Mano de la Mano. Esto en el marco del cumplimiento de los objetivos de cero pobreza y cero hambre, números uno y dos de la Agenda de Desarrollo 2030 de Naciones Unidas.
