El operario de un aserradero, de 40 años y oriundo de la localidad de Aristóbulo del Valle, recibió una condena de 9 años de prisión tras haber sido declarado culpable de abusar sexualmente de su hija cuando tenía 7 años y contagiarle una enfermedad venérea que, en su momento, fue detonante de la denuncia que radicó la progenitora.
El veredicto se escuchó este mediodía en la sala de debates del Tribunal Penal Uno de Oberá, integrado por los jueces Francisco Aguirre, José Pablo Rivero y Miguel Orlando Moreira. La fiscal, Estela Salguero, en su alegato pidió 17 años de cárcel como autor del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo y si bien los magistrados coincidieron con la acusación, discreparon con el monto de pena.
En cuanto al condenado, decidió guardar silencio durante las dos audiencias e inmediatamente después de escuchar el fallo fue trasladado a la unidad penitenciaria donde está alojado desde hace poco más de dos años.
Abuso y contagio
El caso sacudió a un barrio situado en las afueras de Aristóbulo del Valle y tomó estado judicial a instancias de la denuncia hecha en agosto 2018 por la progenitora de la niña tras tomar conocimiento de que su esposo (el condenado) debió acudir al médico por una serie de heridas en la zona íntima y en ese contexto determinó que se trataba de una enfermedad transmisión sexual (sífilis) y que ella también había sido contagiada.
Posterior a eso la mujer notó que la hija también tenía lesiones similares en el área de la boca, principalmente, por lo que la llevó a consulta con una pediatra y ésta le confirmó que se trataba de la misma enfermedad venérea, alertando que podría tratarse de un caso de abuso sexual por lo que recomendó hacer la denuncia formal de manera inmediata.
Finalmente las pericias médicas y audiencias en Cámara Gesell con una psicóloga del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial confirmaron que la pequeña había sido violada por su padre y que como consecuencia de eso contrajo la enfermedad. Para ese entonces el hombre ya estaba detenido.
Si bien el progenitor no declaró ante los jueces, la que sí lo hizo fue la denunciante ratificando todo lo que en su momento manifestó. En calidad de testigo también brindó testimonio la pediatra que le había atendido en primera instancia, un médico policial que constató el tipo de lesiones que tenía la niña y la psicóloga con la que interactuó.
