Martínez, Rodríguez y Lingeri fueron los más solicitados de la jornada. Venían de reunirse por más de una hora el miércoles con Cristina de Kirchner en su despacho del Senado. Fue una audiencia sin precedentes en los últimos años a excepción de la recepción en la misma locación de la vicepresidenta a Héctor Daer hace apenas un par de semanas. Ambos encuentros, enmarcados en un raid de la expresidenta para tender puentes hacia el peronismo tradicional y otros sectores habitualmente refractarios a su figura.
Los tres sindicalistas fueron muy cuidadosos al dar cuenta de lo charlado con Cristina: “nos juramentamos los cuatro no contar nada”, coincidieron en señalar a sus pares y a los periodistas que los consultaron. No obstante trascendió que hubo una conversación para ambas partes fructífera que abordó sobre todo la problemática política del Frente de Todos y las perspectivas electorales del oficialismo para el año que viene. Tras muchos años de desencuentros la reunión los encontró con un punto de coincidencia: tanto la vice como los gremialistas rechazan el salario básico universal que reclaman las organizaciones sociales oficialistas y apuestan a la habitual dinámica de las paritarias para superar la tensión de precios versus ingresos.
Tanto la reunión previa con Daer como la del miércoles representaron para Cristina explorar territorio casi virgen. Los “gordos” de los grandes gremios de servicios, entre los que se destacan Daer y el “Gitano” Armando Cavalieri, como los “independientes” que vio en el Senado son espacios con casi nula conexión con el kirchnerismo. Apenas Gerardo Martínez fue asiduo de Cristina en su rol de “canciller” de la CGT durante sus dos mandatos presidenciales. La apertura de esos canales debe leerse necesariamente como un sondeo preelectoral de la vice para sí misma o para un dirigente de su entorno con vistas a 2023, coincidieron en ambas orillas.
Que la marcha del 17 de agosto fuese ratificada ayer tras aquella reunión en la Cámara alta implica que Cristina comparte con la CGT la mirada de que esa central es una articuladora válida de las tensiones por encima de los movimientos sociales que integran el Frente de Todos. De hecho ni la vicepresidenta ni los grupos piqueteros ocultaron su mutua aversión durante la crisis de la coalición gobernante previa y posterior a la renuncia de Martín Guzmán. Para la mandataria, el acercamiento de esas organizaciones al piqueterismo duro no hizo más que confirmar su interés en aislarlos.
La movilización coincidirá con una conmemoración del fallecimiento de José de San Martín y prevé circular entre el Obelisco porteño y la plaza del Congreso. Como adelantó ayer este diario la marcha evitará acercarse a la Plaza de Mayo y al palacio legislativo para evitar una lectura oficialista u opositora. “No es contra nadie”, resumió ayer Andrés Rodríguez.