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viernes, 29 marzo, 2024
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    Isabel Allende: “Las mujeres solas son muy vulnerables, las mujeres juntas son invencibles”.

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    En su última novela, “Violeta”, Isabel Allende aborda nuevamente el mundo femenino con una protagonista que en plena pandemia de 2020 decide dejar testimonio de su historia personal, desovillando una madeja en la que se enhebran la vida de sus antepasados y de otros seres que la acompañaron en un largo camino, donde se filtran, como sucede en la obra de la autora, ecos familiares y, en este caso, la figura de su madre y la suya propia, quien casi a los 80 años es una de las escritoras más leídas del mundo y una feminista que no se cansa de advertir que “hay una guerra declarada contra las mujeres”.

    Cuando los nietos de Isabel Allende eran chicos le decían que tenía un pueblo en la cabeza, con personas que alimentaba su imaginación. La autora da crédito de esto, al publicar cada año un libro habitado por personajes inspirados en muchos de sus familiares o en esas mujeres fuertes que admira por su resiliencia, quienes por su condición de género son el botín de un mundo que les declaró la guerra, como repite cada vez que puede, porque “mientras no nombremos esa guerra, mientras no sea parte de la narrativa, no la vamos a poder eliminar”. “Las mujeres solas son muy vulnerables, las mujeres juntas son invencibles”, dice.

    Desde un tiempo a esta parte, la escritora viene denunciando la política de sometimiento que sufren las mujeres y construye textos luminosos en los que, a pesar de las adversidades y desencuentros, la sororidad y el empoderamiento devienen en vidas que valen la pena ser vividas. “Violeta”, su última novela, es uno de esos libros.

    La obra se inicia en plena gripe española de 1920 cuando nace Violeta y termina en plena pandemia de Covid, con un testimonio de vida que la protagonista, de 100 años le deja su nieto Camilo. La diversidad de personajes de esta obra da cuenta de una América Latina mestiza y se entreteje con extranjeros como Miss Taylor, institutriz que tendrá un vínculo amoroso con Teresa Rivas, luchadora por el derecho al voto femenino.

    Desde Estados Unidos, rodeada por ejemplares de su nuevo libro (Sudamericana), Allende recordó a su hija Paula, dijo estar “encantada” con Gabriel Boric, nuevo presidente del Chile que dejó hace 47 años, tras la caída de Salvador Allende, primo hermano de su padre, y habló sobre los efectos sociales del patriarcado y de su fundación para asistir a personas LGBTIQ+. En su haber cuenta con más de 30 libros. “El plan infinito”, “De amor y de sombra” y “Largo pétalo de mar” entre otros.

    “Ayudo a mujeres porque he sido feminista toda mi vida, pero puedo decir que, y toco madera, nunca me ha tocado una persona que me falte el respeto, en parte debe ser porque soy feroz -dice riéndose-. Una vez mi segundo marido me levantó la voz, pero nunca más”.

    -Télam:¿Qué inspiró esta nueva historia?

    -Isabel Allende: La idea nació cuando se murió mi mamá a los 98 años, poco antes de la pandemia. Era una mujer preciosa en muchos aspectos y teníamos una relación íntima de escribirnos cartas todos los días, por décadas y décadas, así que conozco su vida al revés y al derecho. No pude escribir su historia porque estaba muy cerca emocionalmente de ella y porque su vida no fue extraordinaria, en parte porque no pudo mantenerse sola, pero inventé un personaje, Violeta, que tenía sus características pero no es ella (nace en una familia de cierta clase social, conservadora, católica) y la presté algunas cosas mías, el resto es imaginación.

    – T: La novela transcurre en muchos países, supongo que tiene que ver con su historia personal de emigrante y exiliada, cómo describe su vínculo con Chile.

    – I.A: Es un vínculo de la imaginación y el cariño, porque cuando voy a Chile siempre me sorprende que ya no es el país que recuerdo. Creo que le pasa a cualquiera que ha vivido demasiados años afuera, uno se queda con un país inventado con el corazón y la cabeza, y después es extranjero también ahí, es lo que me pasa con Chile.

    – T: ¿Hubo intención de testimoniar en este libro la diversidad de América Latina?

    – I.A: Como vivo en California y hay una amalgama de inmigrantes que vienen de Centroamérica y Latinoamérica y como yo misma he sido una persona desplazada, la diversidad se me da en forma natural. Tanto que ayer me tocó ver una película de 1955 y lo primero que me llamó la atención es que todo el mundo era blanco. En Chile, en este momento, al plantearse la redacción de una nueva Constitución, uno de los temas es la diversidad. Ya no somos un país homogéneo y nunca lo fuimos, lo que pasa es que se ignoró sistemáticamente a la población indígena, al mestizaje, y eso somos todos.

    – T: Violeta tiene con su marido un vínculo violento. En momentos de gran fuerza feminista y, sin embargo, de aumento de femicidios ¿cómo se puede salir de esta situación?

    – I.A: Hay una guerra declarada contra la mujeres en el mundo y mientras no la nombremos y no sea parte de la narrativa no la vamos a poder eliminar. Para eliminarla se necesita la acción combinada de las leyes y la educación a edad muy temprana. Tiene que haber consecuencias contra esto y una gran conciencia.

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