Siguió toda la audiencia en absoluta calma, impasible ante las graves acusaciones en su contra, como presagiando un fallo a su favor. Ayer, tras permanecer 825 días tras las rejas, Juan Osmar Dos Santos (41) fue absuelto de los cargos de robo y agresión contra su propio tío, Juan Dos Santos, hecho que fue denunciado el 27 de diciembre del 2018.
Desde aquella fecha el imputado permaneció detenido, primero en la comisaría de Colonia Aurora y luego en la Unidad Penal VIII de Cerro Azul, adonde en la víspera ni siquiera quiso regresar para buscar sus pertenencias.
Así, literalmente volvió con lo puesto a la casa de su madre, en Pueblo Illia, departamento Cainguás.
“Acá me enteré que mi tío falleció, pobre. Todavía era joven, tenía un 50 y poco, pero tomaba mucho. No le guardo rencor. Tampoco sé por qué me acusó de esa manera. Ese día él estaba tomado, me empezó a insultar y me dio unos planazos. Él empezó todo”, relató Dos Santos en diálogo con El Territorio, ya como un hombre libre, luego del veredicto del Tribunal Penal Uno de Oberá.
Inicialmente, Juan Dos Santos fue citado para el debate oral, pero ayer se informó que falleció meses atrás y por circunstancias que nada tuvieron que ver con el hecho que se investigaba. Y en ese contexto el imputado recibió la noticia del deceso de su tío.
Con relación al caso, luego de analizar las pruebas y escuchar la voz del acusado, en su alegado la fiscal Estela Salguero solicitó la absolución por el beneficio de la duda.
“En esta causa hay más dudas que certezas. No pueden condenar a Juan Osmar Dos Santos por un delito tan grave porque no hay certeza de nada”, subrayó.
Acusación y dudas
Ya en la lectura de la requisitoria de elevación de juicio se mencionaron cuestiones que no cuadraban con el accionar de un delincuente, como ser que el acusado se dirigió por sus propios medios a la comisaría de Colonia Aurora para entregar dos machetes y una escopeta.
En aquella ocasión mencionó que dichos elementos eran de su tío, quien lo agredió estando bajo los efectos del alcohol.
Posteriormente, la supuesta víctima lo denunció y Juan Osmar Dos Santos fue imputado por robo doblemente calificado por el uso de arma blanca y arma de fuego, y portación ilegal de arma de fuego de uso civil condicional, todo en concurso real, carátula con la que llegó a juicio.
Si bien el imputado no poseía antecedentes, la acusación de su tío sirvió para detenerlo desde aquel 27 de diciembre de 2019.
Según el expediente, ese día el acusado llegó a la casa de Juan Dos Santos, quien en la instrucción declaró que en horas de la noche discutieron y su sobrino lo amenazó. Luego lo atócon una soga, lo golpeó con un machete, le puso el cañón de la escopeta en la boca y le robó mil pesos.
Aseguró que estuvo amarrado dos horas, hasta que logró desatarse y pidió socorro a su vecino Samuel Olivera.
Agregó que nunca antes había tenido problemas con su sobrino, pero que esa noche pensó que lo mataría. A otro vecino, hermano del primero, le pidió que lo acerque hasta la parada decolectivospara viajar hasta Colonia Aurora para radicar la denuncia.
Negó los cargos
Por su parte, ante el Tribunal el imputado negó los cargos en su contra y aseguró que sólo se defendió de las agresiones de su tío, quien era hermano de su padre.
“Hacía dos días que mi papá había muerto y por eso fui a la casa de mi tío para contarle lo sucedido y para trabajar unos días para pagar unas cuentas. Al otro día temprano estaba preparando algo para comer, antes de ir a trabajar, y mi tío me atacó. Él estaba tomado, pero yo no”, mencionó.
Explicó que Juan Dos Santos vivía en la pobreza absoluta, al extremo que la única luz que tenía provenía de la luna y del tizón en el piso de tierra con el cual calentaba el agua para el mate y preparaba la comida.
“Me pegó tres planazos con el machete. Le saqué y trajo otro, que también le saque, y ahí trajo la escopeta. Le pegué un tape para defenderme, pero no le pegué con el machete ni le apunté con el arma. Tampoco le até ni le robé”, subrayó ante el Tribunal.
Insistió en que se defendió y que no recordaba que su tío haya resultado herido.
Luego tomó los dos machetes y la escopeta y salió a pie hacia el camino, con rumbo a Colonia Aurora. Por el trayecto, el conductor de una moto se detuvo y lo acercó a su destino.
Al respecto, señaló “fui a la comisaría para avisar lo que pasó, porque tenía miedo que por ahí mi tío le ataque a otra persona. Pensé si me hace eso a mí, que era su sobrino y nunca tuvimos problemas, con más razón a otro. Pero ahí ya me dejaron preso”.
Dos Santos precisó que al momento del hecho estaba separado de su mujer, con la cual tuvo cuatro hijos, y residía con su madre.
Ni soga ni sangre
El único testigo en el juicio fue Miguel Roque Melo (55), el motociclista que lo asistió por el camino, quien comentó que no lo conocía y paró porque pensó que era un amigo.
“Me pidió que le acerque a la comisaría de Aurora y como iba para allá le llevé. Me contó que había discutido con el tío y llevaba las armas a la comisaría”, fue su escueto aporte.
Ya en su alegato, la fiscal Salguero remarcó que no se hallaron certezas sobre quién era el propietario de las armas.
En ese punto, señaló que oportunamente “Juan Dos Santos reconoció el arma, pero no tenía luz. Lo que me hace pensar que el arma era de él. Y el que estaba alcoholizado no era Juan Osmar, sino él”.
“El testigo que llevó a Juan Osmar en su moto declaró que no estaba ebrio. En cambio, el vecino que socorrió a Juan dijo que estaba muy ebrio y que incluso llegó a su casa con la botella de caña en una mano”, agregó.
Otros puntos que beneficiaron al imputado fueron que en el lugar de los hechos no se encontró ninguna soga ni mancha de sangre, mientras que el certificado médico de Juan Dos Santos tampoco señaló lesiones compatibles con cortes de arma blanca.
“En esta causa hay más dudas que certezas. No pueden condenar a Juan Osmar Dos Santos por un delito tan grave porque no hay certeza de nada. Lo único que queda claro es que ambos discutieron. No se sabe de quién eran las armas; ninguno sufrió lesiones graves ni se puede comprobar el robo. Juan Osmar fue derecho a la Policía y no tenía plata. Además su tío vivía en absoluta pobreza y parece poco probable que haya tenido mil pesos”, remarcó la fiscal Salguero, tras lo cual solicitó la absolución por el beneficio de la duda.
“Soy un cristiano”
A su turno, la defensora oficial Teresa Gómez de Roth, quien asistió a Dos Santos, adhirió en todo a lo expresado por la fiscal.
Además, agregó que el denunciante no tuvo ninguna lesión compatible con golpes o cortes de machete o el solo hecho de haber estado dos horas amarrado, como declaró.
“Y no es un dato menor que mi defendido se dirigió a la comisaría para relatar lo sucedido y entregar las armas, pero ahí ya quedó detenido”, mencionó.
Vale mencionar que en la primera etapa de la instrucción el acusado fue asistido por un abogado particular.
Luego del veredicto que lo absolvió, Dos Santos se tomó unos minutos para charlar con este matutino. Anticipó que no volvería a la cárcel de Cerro Azul para buscar sus pocas pertenencias y remarcó que sueña con predicar la palabra de Dios.
Sacó la cuenta de que estuvo preso dos años, tres meses y cuatro días, lapso en que afianzó su fe cristiana.
“Me voy a la casa de mi mamá y quiero darle un gran abrazo. Yo no tengo rencor a nadie, ni a mi tío. No sé por qué me acusó, si siempre nos llevamos bien. Capaz por el alcohol. Ahora quiero establecerme, hacer changas como antes y predicar la palabra de Dios. Quiero ayudar a la gente porque soy un cristiano”, remarcó.
El Tribunal Penal fue presidido por Francisco Aguirre, secundado por José Pablo Rivero y Jorge Villalba.
En tanto, de la víspera fue el primer debate oral en el marco de la pandemia y para ello se tuvo en cuenta el protocolo dispuesto para prevenir el contagio de Covid-19.