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sábado, 20 abril, 2024
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    La lupa sobre los fondos que impulsan la corrida

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    No fue la semana en la plaza financiera y cambiaria que el gobierno esperaba. La ratificación del programa económico formulada por Silvina Batakis, el lunes bien temprano, no alcanzó para despejar del horizonte la especulación sobre “un brusco salto” del tipo de cambio. Las motivaciones para los que apuestan estaban en otro lado, en todo caso “no sólo” en la señal dada por la salida de Martín Guzmán del gabinete. En los próximos días el gobierno buscará probar nuevas herramientas para frenar la corrida. El desplazamiento del titular de la Comisión Nacional de Valores fue explicado, en pasillos oficiales, como un paso a tener “mayor control de las operaciones y voluntad de identificar a quiénes estuvieron detrás de la suba del dólar”. Una pulseada en la que, aseguran, es demasiado lo que está en juego.

    “Debería terminarse el “siga, siga” que le permitía hacer cualquier cosa al mercado, hacen falta acciones que permitan identificar quiénes estuvieron estas semanas detrás de la suba del dólar”, comentó  una alta fuente vinculada a la conducción económica. “La idea es que si se identifican los fondos se pueden adoptar políticas dirigidas a responder a esas expectativas”, agregó.

    Los especialistas aconsejan, en general, no entusiasmarse con descubrir el disparador de una crisis creyendo que allí está toda la explicación. Porque se tiende a cometer el error de que, corregido ese factor, se crea que está resuelta la crisis. O pensar que es la única razón que la provoca. En el caso de la actual corrida cambiaria, asoman al menos otros dos aspectos que resultan vitales para explicarla: hubo un contexto previo de fortaleza de la especulación y debilidad de los organismos regulatorios que habilitó las condiciones para una crisis; y existen, además, poderosos factores de interés que alientan la devaluación y que, pacientemente, esperan el momento de lanzar su ataque para conseguirlo. Adelantémosno al relato: creen que llegó el momento.

    El discurso que eligió Batakis en su primera conferencia de prensa, el lunes 11, intrentó “llevar tranquilidad” fundamentalmente a “los mercados”. Es decir, buscó neutralizar el ataque especulativo lanzado contra la moneda y los títulos de deuda nacionales, que en esos días había tomado como argumento emblemático: “si sacaron a Guzmán y pusieron una economista más vinculada a la estructura tradicional del peronismo, va a venir más intervencionismo”. Es lo que repetían en la plaza y es a lo que intentó responder la ministra.

    Pero la crisis cambiaria no había nacido con la salida de Guzmán, sino que se había iniciado ya durante el mes de junio “contra Guzmán”. Una de las claves de la movida se encuentra en las crecientes dificultades que afrontaba la conducción económica para financiarse en pesos. Hasta fines de marzo, las licitaciones de letras en pesos del Tesoro resultaban positivas: los bancos le ofrecían a la cartera económica más dinero del que vencía, pero con alta proporcion (77%) de bonos indexados por inflación. Los meses siguientes marcaron el endurecimiento en las condiciones de mercado, reclamando más bonos indexados pero cada vez a menor plazo.

    En junio, el Tesoro recién pudo volver a tener resultado positivo en el financiamiento (colocaciones mayores a los vencimientos) recién en la última licitación del mes, pero acortando dramáticamente los plazos. El 85% de los bonos que le aceptó el mercado tenían vencimiento a no más de seis meses (diciembre de 2022). Ya se perfilaba la corrida, que terminó de tomar cuerpo cuando la dolarización de carteras de fondos de inversión y empresas elevó rápidamente el valor de los dólares bursátiles (vía de escape legal) y el blue (ilegal).

    La estrategia de Guzmán de construir un mercado de capitales en pesos para financiar a la administración central comenzaba a fallar. Paralelamente, el Banco Central carecía de reservas suficientes para sostener el valor de la moneda. La debilidad de los organismos de control, visible a esa altura para el mercado, resultó suficiente para que los sectores alineados en la idea de una macrodevaluación (para “reordenar los precios relativos” en función de sus intereses) lanzaran el ataque. Guzmán duró apenas unos pocos días más en el cargo.

    Así como en materia de inflación, la nueva conducción económica presta más atención que su antecesora al rol de “los formadores de precios”, en materia financiera no descuida tampoco a qué juegan “los formadores de corridas”. El reclamo de las autoridades económicas a la CNV para que identificara a los fondos de inversión “más activos” en el contado con liqui no tuvo respuesta. El episodio terminó con el desplazamiento de la conducción del organismo de control bursátil, poco proclive a dejar expuestos a los fondos sospechados de ser animadores de la corrida.

    Por ahora, las apuestas del gobierno pasan por fortalecer la administración del comercio exterior asegurando las divisas para la importación de insumos y restringiendo su uso para compras suntuarias. Preserva de algún modo la economía real, que de todos modos no saldrá indemne porque se reafirma la política de tasas de interés elevadas. Es que el Banco Central no abandona la idea de reforzar las señales de cumplimiento del programa económico y de las metas comprometidas con el FMI. “Tienen que empezar a cambiar las expectativas y hacer retroceder algunos de los aumentos desmedidos de precios que se registraron estas dos semanas”, sostienen en círculos oficiales al comentar los recientes anuncios. Y sacarle, al menos, base de sustento al ataque de los fondos especulativos.

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