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viernes, 29 marzo, 2024
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    La mató un policía y levantaron un teatro en su nombre

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    Es casi el mediodía en Arauco, hace calor. Los olivos de la plaza principal de Aimogasta cobijan del sol rotundo que se cierne sobre la señalización recién emplazada como monumento a María Belén Brizuela, para que nunca se olvide el hecho de violencia institucional que sufrió el pueblo en esos días. A metros de esa esquina un policía le disparó en la cabeza.

    “Como toda joven, esa noche Belén salió a bailar, a ver a su grupo preferido de cuarteto, la Banda del Sol Naciente. Ella estaba con amigas y ve que comienza una pelea, ve salir a su grupo de amigos y va por detrás a ver qué pasaba, por qué los sacaba la policía”, rememora Laurita, hermana de Belén, en diálogo con Catamarca/12, minutos antes de que comience en el Complejo erigido en su nombre, un homenaje a diez años de su asesinato.

    María Belén Brizuela fue asesinada el 20 de noviembre de 2011 en Aimogasta, ciudad cabecera del departamento Arauco, al norte de La Rioja. Tenía 18 años, y bailaba folklore en un ballet de su ciudad.

    “El grupo de amigos se dirige a la esquina de la plaza principal, un policía pide un arma anti tumulto, aunque le dicen que no hacía falta, que la situación se había calmado, y que volviese a la comisaría a dejar el arma. Pero desobedece, y cuando ve a los chicos conversando en la esquina, baja del móvil policial a retirarlos. Los chicos no quisieron irse porque solo estaban conversando, el policía entonces baja el arma que no había devuelto como le indicaron, y gatilla”, continúa.

    El caso de María Belén dividió al pueblo. La grieta con la Policía tardó muchos años en repararse. Lo remarcan tanto Laurita como Virginia, la intendenta del lugar, ese mediodía soleado que le rinden tributo.

    Su familia, amigos y autoridades del pueblo cruzan la esquina recién señalizada, para ingresar al flamante Complejo Cultural María Belén Brizuela, y se disponen a ver el espectáculo homenaje que ejecuta el mismo ballet al que Belén pertenecía, la compañía Express Arte. “En casa tenemos un salón que siempre lo prestábamos para distintos ballets entonces ella comenzó a bailar”, recuerda su hermana. También, el papá de Belén, Carlos Brizuela, canta en su nombre.

    “Es un momento muy emocionante, sentimientos encontrados de felicidad pero también de dolor como aquel día. Volver a nombrar a Belén trae muchos recuerdos, pero no dejamos de estar agradecidos porque esta señalización, aparte del Teatro que ya tiene algunos años, significa mucho para seguir luchando por la violencia en todos los ámbitos”, destaca Laurita.

    La indignación por la violencia de aquellos días parece haber decantado en sentimientos de paz. Tranquila, aunque sin dejar de emocionarse, evoca a su hermana desde el amor: “Belén era una mujer con muchos sueños y cosas por cumplir en su vida, y se los arrebató una persona que justamente creíamos que tenía que cuidar su integridad, y eso es lo que más duele, y lo que es difícil de entender”.

    Donde hubo dolor
    El Complejo Cultural María Belén Brizuela, que los vecinos incendiaron esa noche, hoy es un lugar de luz. “Este lugar quedó totalmente destruido. Eran ruinas, era un lugar que pasabas y sentías el dolor de esa noche. Y estuvo muchos años con esa visión que era importante revertir, para borrar esa grieta que había quedado entre la gente y la policía. En ese momento Florencia López que era intendenta de la ciudad decidió levantar un teatro y ponerle el nombre de María Belén, porque ese lugar se destruyó a causa de su muerte”, lamenta Laurita.

    Y evoca con orgullo a su hermana: “El arte que Belén hacía, porque ella desde muy chiquita comenzó a bailar en ballets hasta sus últimos días de vida, va a quedar para siempre en este lugar en el que jóvenes van a poder mostrar lo que ella tanto amaba”. Y agrega: “Nosotros agradecemos muchísimo la visión de quien ahora es la vicegobernadora (Florencia López), de transformar este lugar en el que Belén pasó sus últimas horas en algo hermoso”.

    Florencia transformó el dolor en luz: “Quiero transformarlo en sueños; sueños para los jóvenes, y los sueños que Belén pudo haber seguido”, había dicho cuando la obra era solo un proyecto.

    Cuando asesinaron a Belén, el pueblo de Aimogasta incendió también el móvil de la policía, que seguía disparando a la gente que salía del espectáculo. Los vecinos de Aimogasta respondían con piedras y palos a la agresividad policial: “Querían sacarse el odio que tenían por lo que había pasado. Llamar a la policía a que entendiera que si su respuesta era la agresividad, iban a responder de la misma forma. Esta es una ciudad chica en la que nos conocemos todos, por eso no entendimos nunca esa agresividad con la que accionó la policía”, recuerda su hermana.

    “Este lugar nos trae un poquito de paz al corazón. No nos van a devolver a Belén, pero ella siempre va a estar presente. El recuerdo va a estar, y eso nos calma de alguna manera”, dice.

    La Justicia
    Su hermana remarca la disconformidad con la resolución judicial del caso: “Mucho más nos hubiera calmado que la Justicia hubiera actuado como corresponde y le hubiera dado los años que merecía el policía. Fue una lucha muy grande que tuvimos que dar frente a una institución que pertenecía al Estado. No lo logramos, pero podemos decir que cada corazón de cada arauqueño, de la sociedad en donde nosotros vamos a terminar nuestros últimos días de vida, la va a recordar, y eso va a quedar vivo por siempre”.

    Sobre quien le quitó la vida a Belén, Laurita detalla: “Era un policía de la provincia, que conocía perfectamente que el arma anti tumulto se dispara a 15 o 20 metros de las personas. Belén se encontraba a 90 cm. Él sacó su arma, destrabó, hizo un disparo, y el segundo disparo dio contra la cabeza de Belén. “Ella lo único que atinó a decir fue Ya está”, y ahí recibió el disparo que la mató.

    El policía que mató a Belén tuvo una condena que quedó fija en 2014, con una sentencia de 8 años de prisión. “Como familia apelamos, y en 2015 obtuvimos dos años más, debía entonces cumplir diez años de cárcel efectiva. Hace tres años ya nos decían que él podía salir con los permisos para reinsertarse. Lo que están mal son las leyes, él va a poder seguir saliendo, va a estar en medio de nosotros. Belén no vuelve, pero tenemos que lograr penas que sean ejemplo a la sociedad y para la institución misma para que esto no vuelva a ocurrir”.

    Señalización
    “Todos tenemos un testimonio de aquella noche fatídica”, así rememora la actual intendenta de Aimogasta, Virginia López, aquel momento.

    “Lo que inauguramos ahora, a diez años de su asesinato, es la primera señalización que se realiza en La Rioja contra la violencia institucional. Queremos que cada una de las personas que pasen por ese lugar recuerden ese momento y nunca más vuelvan a ocurrir este tipo de cosas”, reflexiona.

    El cartel emplazado simboliza la lucha contra la violencia institucional por Memoria, Verdad y Justicia. Es la primera señalización de La Rioja en el marco de la campaña “Argentina unida contra la violencia institucional”, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

    El Complejo Cultural María Belén Brizuela, que incluye una importante Sala, tiene un significado simbólico muy profundo para cada arauqueño, porque los vecinos salieron a quemar y romper las instituciones en ese entonces, y muchos años quedó herrumbrado. “Cuando la anterior intendenta Florencia López fue elegida en 2016, lo primero que hizo fue limpiar, sacar escombros y empezamos a armar el proyecto de lo que hoy es este Complejo. Lo llevamos a cabo con fondos de Rentas municipal y se lo levantó con la colaboración de todo el pueblo; comerciantes, personas vinculadas a la cultura, arquitectos, ingenieros en sonido”, recuerda.

    “María Belén es un faro, una luz de esperanza para todos los jóvenes de nuestra provincia”, asegura.

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