La tradicional peregrinación a la Virgen de Loreto, celebrada en Santa Ana, Misiones, congregó a más de 10,000 personas en un evento marcado por la devoción y el clima favorable. Francisco Javier Alegre, rector del santuario diocesano, destacó la masiva participación y la atmósfera de alegría que se vivió durante la festividad. «Nos sorprendió la cantidad de gente, un poco más que el año pasado, y el clima acompañó. Muchas cosas buenas para rescatar», expresó Alegre.
El evento reunió a peregrinos de diversas localidades de Misiones, quienes recorrieron kilómetros a pie, en bicicleta y por vías náuticas para rendir homenaje a la Virgen María. En el santuario, los fieles participaron de una misa multitudinaria y un festival con música, creando un ambiente de comunidad y agradecimiento. «El predio estaba lleno, todavía la gente está por todos lados buscando sombra para quedarse a compartir en familia», agregó Alegre.
Más de 40 jóvenes servidores de distintas comunidades de la provincia colaboraron en la organización, asegurando el bienestar de los asistentes. Alegre reconoció su compromiso: «Ellos son el presente de nuestra fe y son los que mueven a la iglesia». Los jóvenes participaron en servicios de atención como lavatorios de pies y distribución de agua fría, esenciales para los peregrinos tras largas caminatas.
Testimonios de devoción y sacrificio
La peregrinación no solo fue un acto de fe, sino también de sacrificio. Josefina, una joven de 12 años de Posadas, vivió su primera experiencia en la celebración, emocionada por la presencia de María de Loreto. Silvana, servidora en la misa, explicó su rol en la colecta de donaciones, mientras que Néstor, ciclista del grupo MTV Misionero, relató su recorrido de 55 kilómetros como un acto de agradecimiento por la salud y el trabajo.
Lorenza compartió su catorceava participación, destacando la importancia de pedir y agradecer a la Virgen. En un contexto de desafíos, Francisco Javier Alegre envió un mensaje de esperanza: «Les quiero pedir a la gente que nunca dejen de rezar, que confíen en la Virgen, que confíen en Dios y que le pidan continuar con esta gracia de Dios que es la esperanza de nuestras vidas».