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martes, 23 abril, 2024
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    Lula, Fernández y el dilema de los industriales

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    Cuando les avisó a sus pares de la Unión Industrial (UIA) que volvía de vacaciones el 22 de enero, jamás pensó que en su primera actividad terminaría siendo parte de una postal de altísimo contenido político, de esas que Daniel Funes de Rioja, titular de la casa fabril, suele gambetear habilmente. La imágen en cuestión, que se tomó en el Museo del Bicentenario, muestra a los presidentes de Argentina, Alberto Fernández, y de Brasil, Lula Da Silva, sonriendo y levantádoles las manos a Funes y a su par brasileño, Robson Andrade, titular de la Confederación Nacional de Industrias (CNI), la UIA del país vecino. Robson sonríe en consonancia con los presidente y hasta el ministro de Economía brasilero, Fernando Haddad; mientras Funes parece hacer malabares por buscar una gestualidad que lo termina colocando como un rostro ajeno y disonante. Fue precisamente su talante la comidilla de los chats de miembros de la UIA, que lo notaron “incomodo”.

    La foto en cuestión es fuerte porque adelanta dos cosas: el consenso de un nuevo liderazgo regional e industrial de Brasil a manos de Lula, tras años de nexo cero de Argentina con Jair Bolsonaro; y el más relevante, el debate de modelos productivistas o especulativos que se darán en un año en el que Argentina define elecciones presidenciales con la economía en el eje. Antes de esa foto, Lula y Fernández compartieron una charla informal con empresarios presentes, que no sólo eran industriales, en la que el brasileño fue directo: “No tiene que volver la derecha, Brasil se había aislado del mundo, no hablaba con Argentina, con España, con nadie. Vamos a liderar América Latina y Argentina nos tiene que acompañar”, les dijo, palabras más o menos, según contaron varios dirigentes. Como a lo largo de su estadía, el Lula pragmático de antaño siguió siéndolo en lo económico pero en la palabra política pidió no repetir errores y sostener modelos de empleo y producción.

    Robson y Funes venían de trabajar, desde la mañana hasta pasado el mediodía en la sede de la UIA en Avenida de Mayo, en un listado de ideas para llevarle a Lula. El mandatario ya las conocía porque hace un tiempo viene teniendo de aliados a una parte importante de la CNI, que como la FIESP (Industriales de San Pablo, conducidos por Paulo Skaff) apoyaron un gobierno de Bolsonaro y empezaron a virar al lulismo con el derrumbe del PBI fabril del país vecino. En ese proceso, y ante lo complejo de la relación Fernández Bolsonaro, se vieron forzados a crear el Consejo Empresario Brasilero-Argentino (CEMBRAR), para canalizar de manera unificada cuestiones básicas.

    Para la UIA y los industriales argentinos, el liderazgo de Lula empieza a verse como un activo, pero atraviesan un cortocircuito interno fuerte por lo que ocurre a nivel local. Como los brasileños, la mayoría de la UIA apoyó la candidatura de Mauricio Macri en 2019 y se desencantó con los resultados. Con esa imágen en el espejo retrovisor analizan lo que viene, en un escenario delicado, dado que aún la mejor herencia que pueda dejar Fernández será peor a la que dejó Cristina Fernández en 2015.

    Por un lado, según cuentan, las bases de la integración productiva están dadas al otro lado de la frontera, pero dependen de quién gane las presidenciales puertas adentro. La UIA hoy atraviesa el dilema de la época más oscura de las fábricas, en la era Macri, y esa pulsión del voto a Cambiemos. En las últimas horas, de hecho, Techint y los gigantes empezaron a operar en la prensa que Funes de Rioja será reelecto en las elecciones de abril en la entidad, y que le pedirán más radicalización en sus movimientos. Nada nuevo bajo ese sol, mientras la política trabaja asegurando que las elecciones definen el futuro del país.

    Muchos recordaron en las últimas horas cuando, durante la presidencia de José Ignacio de De Mendiguren en la UIA, se armó un encuentro anual en Cardales con Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, y sus gabinetes, con la idea de reforzar la identidad política y trazar un sendero regional productivo sólido. En el medio, el mundo cambió, ambos países se polarizaron y hoy el debate de modelos no garantiza la conservación de gobiernos productivos. Lo cierto es que la foto con Lula sacudió al avispero de la UIA y adelantó un debate económico que ahora, también, tiene a un actor de peso regional avisando de los problemas que acarrean las confusiones en materia de evaluación de propuestas productivas.

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