Bajo el objetivo de generar espacios para el diálogo que permitan avanzar con intervenciones específicas de cuidado y protección de la salud en la adolescencia, la Fundación Lishabe firmó un convenio con el Ministerio de Educación de la provincia. Es así que se pretende avanzar brindando información oportuna sobre distintos ejes que alarman dentro de la población joven, como la educación sexual integral, la salud mental y el consumo problemático.
La ONG está confirmada por profesionales de medicina clínica, ginecología, obstetricia, psicología, psicopedagogía, asistencia social y enfermería -entre otros- quienes comparten no solo la preocupación, sino la vocación de servicio a la comunidad. “Más allá de las consultas particulares, nos agrupamos para trabajar en conjunto desde el abordaje del adolescente, que es lo que nos interesa”, dijo, el médico especialista en ginecología Renzo Ferreyra. Explicó que la organización sin fines de lucro se compromete “desde otro enfoque para colaborar con ese sector de la población porque preocupa”, a fines de “poder hablar de temas como diversidad de género, nuevas masculinidades, prevención del embarazo adolescente, casos de abuso y otros”.
Durante la firma del convenio, la subsecretaria de Educación Rosana “Cielo” Linares hizo hincapié en que “el propósito es ampliar nuestras posibilidades de abordaje de los estudiantes y aunar esfuerzos para proteger sus derechos y garantizar la inclusión educativa”.
La funcionaria reconoció un escenario que se torna habitual: “En todos los registros de por qué los estudiantes dejan la escuela, los problemas de salud aparecen primeros en la lista”.
Las bases del convenio
El convenio surge a partir de problemáticas que afectan la etapa de formación educativa o, en algunos casos, conllevan a la deserción escolar. Por tal motivo, el trabajo será coordinado desde el Instrumento de Corresponsabilidad en la Protección del Derecho a la Educación (Icoprode) que busca garantizar el derecho a la educación en cumplimiento de lo establecido en la Ley Nacional de Educación N° 26.206/06. En este marco es que se pretende abordar temáticas emergentes que ponen en riesgo o vulneran ese derecho.
“Es la voluntad de los profesionales de querer aportar un poquito más a lo social”, manifestó Ferreyra. El ginecólogo precisó que se apunta a la franja etaria “entre los 13 y 15 años hasta los 19 o 20 años porque queremos manejar la adolescencia dentro de nuestras capacidades de respuesta”.
A su vez, destacó que “los profesionales en su mayoría son jóvenes, entonces ellos se sienten más atraídos a las actividades por la cercanía”, y comentó que se trata de “un grupo de aproximadamente diez especialistas del área de salud además de gente que se encuentra por fuera; vamos variando de acuerdo a la temática”.
De esta forma, los integrantes de la Fundación Lishabe “nos acercamos a colegios, instituciones o donde nos llamen e investigamos un poco sobre el grupo con el que vamos a hablar: qué temas les interesan, qué edades tienen y en qué contextos viven”, explicó el médico. A partir de ese conocimiento previo, se prepara el material didáctico para presentarlo “desde un enfoque informativo nuevo y lúdico porque al adolescente y al preadolescente hay que llegar de manera diferente”.
“Tratamos que se sumen a través de los juegos y de charlas debate dentro de un ambiente propicio para ello. Es decir, que se sientan más cómodos para hablar abiertamente porque al encontrarse con adultos frente a estas actividades, entran con cuidado por miedo a ser juzgados”, observó.
