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jueves, 28 marzo, 2024
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    Preocupa la reincidencia de niños y adolescentes en hechos delictivos

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    Las condiciones socioeconómicas desfavorables, la deserción escolar, familias disfuncionales, la calle y el consumo problemático colocan en una situación de vulnerabilidad a cualquier sujeto y es lo que tienen en común los chicos que ingresan al Centro Modelo de Asistencia y Seguimiento de Niños, Niñas y Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal (Cemoas), que funciona en Posadas.

    El centro elaboró su primer informe anual, que dio cuenta de un indicador de preocupación: la reincidencia de estos chicos en hechos delictivos. Según detallaron en el documento, de los 193 chicos que ingresaron desde su apertura el año pasado, catorce de ellos reingresaron hasta cuatro veces por verse involucrados en hechos -en su mayoría- de robo, hurto y disturbios. Dos volvieron a entrar al Cemoas cuatro veces, tres reingresaron en tres oportunidades y otros nueve, volvieron una segunda vez.

    “El reingreso para nosotros sigue siendo un desafío a mejorar, pero esto es algo que no lo podemos hacer sólo nosotros, la familia nos tiene que dar una mano. Cuando sale del Cemoas, vuelve a un contexto, el menor muchas veces no tiene la contención en su casa y se necesita del apoyo de la familia”, comentó en diálogo con El Territorio, Roberto Padilla, coordinador general del centro y Subsecretario de Prevención de Adicciones y Monitoreo Territorial.

    En esa misma línea, añadió: “Cuando se le hace la entrega tutelar del menor, al otro día tiene que volver con su familia o el adulto responsable para hacer el seguimiento, en muchas oportunidades no aparecen, si eso pasa ese menor es candidato al reingreso. Todavía no hay un compromiso real de la familia, cuesta muchísimo, pero se está insistiendo”.

    El Cemoas es un espacio para la atención rápida de niños, niñas y adolescentes en conflicto con la ley. Se busca dar una evaluación profesional y seguimiento familiar con el objetivo de que puedan reintegrarse a su propio espacio y reinsertarse socialmente.

    En el caso de que estén atravesando problemas de consumo problemático o adicciones, se los orienta en el tratamiento médico profesional. Pueden permanecer allí hasta 24 horas y luego son entregados a sus referentes afectivos adultos.

    Ningún pibe nace chorro

    Como ya se mencionó en las líneas más arriba muchos de estas niñas, niños y adolescentes no tienen contención familiar y tampoco están escolarizados.

    El consumo problemático y las adicciones se presentan como una vía de escape, una salida ante tanta desidia. Según lo relevado por el equipo del centro, esta es la principal causa por la que estos niños y adolescentes delinquen: conseguir dinero para comprar sustancias.

    Es así que en el informe se detalló que el 79% de ellos reconoció estar atravesando una situación de consumo problemático, mientras que un 18% no refiere datos al respecto, “es posible interpretar que, por sentir temor ante la presencia de personal de seguridad”, por último, un 3% mencionó no estar en situación de consumo.

    “Sabemos que muchos de esos pibes lo que hacen es robar porque después lo venden y compran sustancias, son pibes que están en situación de consumo problemático. Esa es la asociación directa que nosotros hacemos”, reconoció Padilla.

    Al tiempo que agregó: “Es altísimo el porcentaje y por eso cuando se creó el Cemoas se nos indica que se trabaje con las adicciones porque hay un problema de consumo muy grande, las estadísticas y las cifras dan cuenta de que es así”.

    Por otra parte, en el informe se indicó también que de los 193 niños, niñas y adolescentes que ingresaron en este primer año del Cemoas, trece (7%), fueron chicas, mientras que 180 (93%), fueron varones.

    No obstante, dos de ellos estuvieron involucrados en casos resonantes del último tiempo que involucran muertes.

    “Uno estuvo entre los que participó en la muerte y el incendio de la casa de una anciana y otro en el barrio hipódromo que mató a un abuelo por una garrafa”, lamentó.

    Volviendo al informe, respecto a las edades, se evidenció que el menor de ellos tenía 9 años, aunque en su mayoría los que ingresaron al centro tenían entre 15 y 17 años. No obstante, en el documento se detalló que “en ocasiones por temor los jóvenes no mencionan su edad o lo distorsionan, es por ello que se registra un 31% de los jóvenes sin registro de la edad”.

    Cinco de estos ingresos pertenecían a chicos de las comunidades mbya guaraní de las localidades de San Ignacio, Eldorado y Puerto Leoni.

    “Estamos trabajando con las comunidades mbya. Esto nos tocó abordarlo con la gente de Asuntos Guaraníes, nos costó mucho encontrar a los familiares porque había poco diálogo. Los datos que ellos nos tiraban no eran certeros”, detalló el funcionario.

    El centro tiene como objetivo principal articular con las áreas intervinientes en el Régimen Penal Juvenil, con el Poder Judicial, con el Poder Ejecutivo con el Ministerio de Gobierno, con las fuerzas de seguridad, el Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas y otras áreas del estado involucradas, para fortalecer estrategias socioeducativas y asistenciales, promover la inclusión sociocomunitaria de los jóvenes en conflicto con la ley penal y en situación de consumos problemáticos.

    Qué dice la ley

    La Ley N° 22.278, artículo 1º, establece que no es punible el menor que no haya cumplido 16 años de edad. Tampoco lo es el que no haya cumplido 18 años respecto de delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que no exceda de dos años, con multa o con inhabilitación.

    Si existiere imputación contra alguno de ellos, la autoridad judicial lo dispondrá provisionalmente, procederá a la comprobación del delito, tomará conocimiento directo del menor, de sus padres, tutor o guardador y ordenará los informes y peritaciones conducentes al estudio de su personalidad y de las condiciones familiares y ambientales en que se encuentre.

    En la Argentina, según el Régimen Penal de Minoridad, se estableció la edad de imputabilidad a partir de los 16 años, es decir que los menores de esa edad no pueden ser juzgados ni se les puede imponer una pena por haber cometido un delito.

    En relación a la inimputabilidad de un menor de 16 años, la doctrina entiende que su fundamento radica en la idea de que el niño, niña o adolescente es un sujeto en formación y, por lo tanto, adolece de falta de madurez mental para comprender ciertos actos complejos de la vida.

    En cifras
    180 Son los varones que ingresaron al Cemoas durante este primer año, lo que representa el 93% del total. Mientras, son 13 las chicas que asistieron.

    14 Son los niños, niñas y adolescestes que reingresaron al centro por delinquir. Lo hicieron entre dos y hasta cuatro veces, por robo y hurto.

    9 Es el niño de menor edad llevado al Cemoas, según el primer informe anual. No obstante, la mayoría de los chicos tiene entre 15 y 17 años.

    El empeño en poder mejorar y reinsertarse en la sociedad

    La contención familiar, el apoyo y la orientación de un equipo interdisciplinario son fundamentales en la recuperación de estos chicos. Y aunque en los hechos resta mucho por hacer desde todas las áreas de la sociedad y el Estado, hay ejemplos de lucha y voluntad para seguir adelante.

    Es el caso de Brian (18), que ingresó al Cemoas confesando estar atravesando una adicción. “Actualmente está aún en situación de consumo, pero en menor grado, ya que está asistiendo al centro y se encuentra en tratamiento el equipo psicosocial”, se detalló en el documento.

    Braian abandonó la escuela por las situaciones de vulneración a las que le llevaban las adicciones, pero con acompañamiento pudo rendir las materias que adeudaba del cuarto año de la secundaria y actualmente cursa el 5° año.

    Parte de su proyecto de vida es ingresar al Ejército, para lo que se le está ayudando en la preparación física.

    Por su parte, Jonathan (18), según se puede leer en el informe, ingresó con muchos problemas de adicciones. Consumía marihuana, cocaína, psicofármacos, sustancias inhalantes (poxirran) y alcohol.

    Hoy en día se encuentra asistiendo al Centro Manantial donde está realizando el tratamiento y rehabilitación, desde entonces no volvió a consumir.

    El adolescente no sabía leer ni escribir, de a poco aprendió a escribir su nombre, sabe su número de DNI y está empezando a leer.

    “Consiguió tener una fuente de ingreso propia, vendiendo verduras en la calle con su pareja, con el cual pueden sostener su hogar”, se puede conocer gracias al documento.

    Mientras, Fernando (16) está siendo acompañado para que pueda asistir de manera continua y sostenida a su tratamiento con las adicciones desde el Centro Manantial.

    “Así también, se está trabajando simultáneamente con la madre para lograr una revinculación afectiva con su familia. La familia está participando del taller “Multifamiliar”. Está cursando el 5° año de la escuela y le encanta la peluquería.

     

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