La madre de Juanita Sirimarco, la niña posadeña que murió tras un viaje de egresados a Córdoba, pide sólo una cosa: justicia. Cuando recibió hoy a El Territorio con un rosario en su mano dijo que se aferra a la fe. Es así que Claudia Díaz muestra, orgullosa, las obras de arte que pintaba su hija. Por un momento se le vuelve a iluminar el rostro cuando lee una de las poesías de la niña, pero rompe en llanto al saber que todos los sueños quedaron truncos. “Ella amaba la vida, era una hija de Dios y soñaba con ser presidenta”, contó visiblemente angustiada.
Luego relató cómo empezó todo. Ir a Córdoba con sus compañeros de grado del Instituto Cristiano República Argentina (Icra) era algo que a la niña de 13 años la tenía muy ilusionada. Contaba los días para que esa fecha llegara. Nadie pensó jamás que ese viaje era el último donde la verían sonriente.
“Era un viaje egresados, lo organizaron los padres con la empresa Viaturex y después se asignó a dos maestras para que vayan con los chicos”, explicó la mujer y acotó que sólo una de las docentes tenía experiencia en este tipo de recorridos.
Salieron desde Posadas el miércoles 2 rumbo a Villa Carlos Paz. Antes de subir al colectivo le tomaron una foto donde se la ve sonriente y feliz. Pero al llegar a esa ciudad turística las cosas ya se complicaron. Al tercer día la niña se dislocó la rodilla al tirarse por el tobogán de una pileta.
“Ahí empezó todo, le acomodaron en el agua nomás y después le llevaron a un sanatorio del seguro, le hicieron placas y le dieron diclofenac y paracetamol cada 12 horas”, detalló la mujer que al hablar por teléfono con su hija, esta le dijo que había muchos chicos con fiebre y vómitos.
“Eso me preocupó y le dije que se cuidara y ahí me dijo que ya le dolía la garganta. Así estuvo dos días más hasta su cumpleaños que lo festejó allá con una tortita”, comentó mientras mostraba esa foto que le había mandado la nena.
Cuidada
“Siempre la cuidamos, nunca la dejamos sola para nada y la primera vez que la dejo en manos de otro pasa esto”, dijo entre llantos en otro tramo de la charla.
Consultada cómo estaba de salud cuando salió desde Misiones, sostuvo que “perfecta, no tenía nada y después de lo que le pasó en la rodilla también se recuperó, andaba caminando, no tenía problema, no le molestaba, pero sí le molestaba la garganta, pero con esos medicamentos -el diclofenac y el paracetamol- ella tapaba el cuadro de dolor, tal vez ya había una infección ahí”, sumó al recordar que la niña falleció con sepsis generalizada y se le detectó el virus de la influenza B.
“Este tipo de viajes expone a los niños a un estrés tremendo al que ellos no están acostumbrados. Terminaban insolados, cansados con dolor de cabeza. Es un desastre, una destrucción son esos viajes porque le venden esa fantasía de que van a hacer mil cosas mil y ellos se estresan. Comen cualquier cosa”, acotó la madre de la niña al destacar que la pequeña era la artista de la casa.
La despedida
“El lunes 7 cuando hablo con ella a la noche antes de que salgan de vuelta para Misiones me dice ‘nos despedimos, mamá. Te amo’ y le recomendé comer unos caramelos de propóleo que le había mandado”, dijo. Hasta allí Claudia no sabía sobre la gravedad del estado de salud que atravesaba su hija.
“A las 8 de la mañana recibo un parte de la maestra que me dijo ‘tuvimos una noche movida con Juanita. Desde las 2 de la mañana empezó con vómitos, diarrea, fiebre le quise bajarle con paños y no pude. Tuve que llamar al médico y le dimos dipirona y yo le digo ‘¿quién le aplicó eso?’ y me dice que casualmente había una mamá del otro grupo que era enfermera y ella le aplicó en la colita porque el colectivo se movía mucho. No fueron capaz de parar un rato”, detalló.
Pero la niña siguió con vómitos y a las 9 de la mañana, ya circulando por Corrientes, habló nuevamente con una de las maestras que le contó que la niña ya no retenía líquidos, sólo tomaba sorbos de agua.
“Le dije que paren, que nosotros íbamos para allá porque ella seguro se estaba deshidratando y yo sé muy bien como son las cosas si una persona se deshidrata”, señaló entre lágrimas al decir que le insistió en que pararan en el hospital de Virasoro para que la vea un médico.
“Me dijo ‘no, no, acá yo no le voy a dejar Claudia de ninguna forma. Este es un lugar horrible, acá la atención es pésima. Yo no le voy a dejar a ella. Falta poco para llegar, vamos a llegar pronto, Claudia’”, detalló sobre lo charlado con la docente y agregó que le dijo que no dejen de hidratarla.
En ese tramo, pidió hablar con su hija porque de noche los chicos quedaban sin teléfono para que puedan dormir y no distraerse.
“Si mi hija tenía el teléfono a lo mejor me iba a decir ‘mamá, estoy mal’ y sé que ella tampoco le iba a pedir a la maestra porque era muy obediente, hacía todo lo que le decían”, explicó.
Fue así que en la mañana del martes 8 recién pudo hablar con su hija y esas palabras aún resuenan en su mente: “Cuando hablo con ella dice ‘yo ya no puedo más, necesito bajar’”.
“Me quedé loca entonces llamé al papá y le dije ‘andá a la empresa, fue y no tenían ambulancia y mandaron un auto común de no sé quién con una mujer”, precisó la madre de la pequeña.
“¡Cómo la maestra no se va a dar cuenta que una persona está mal, una niña! Fue abandono de persona totalmente y ella entregada porque ya tenía la presión bajísima, ya no estaba latiendo bien el corazón y estaba somnolienta, se dormía, no podía reaccionar”, sostuvo.
Asistencia
En Posadas una ambulancia interceptó al colectivo y la llevaron directamente al Hospital Pediátrico, donde fue asistida y cuando la madre pudo verla dijo que estaba con la boca negra y los ojos rojos. Tenía 8/2 de presión arterial y un shock generalizado.
“Le pusieron litros y litros de suero de suero con inyecciones, compresiones en la vena porque ya no tenía nada de líquido, estaba sumamente deshidratada, su corazoncito ya no estaba funcionando bien, todo estaba mal, llegó en shock, llegó tarde”, indicó.
Luego remarcó que: “lo único que salió positivo en los estudios que le hicieron es la influenza B, pero los médicos decían que eso no era causante de todo lo que le estaba pasando porque eso lo atacaban con un antibiótico y le pusieron todos los antibióticos que podían para atacar todos los gérmenes y todos los cultivos daban negativo, no arrojaban nada”, agregó.
“Yo no entendía nada y recién cuando mi hija muere el sábado me empiezo a dar cuenta de todo lo que pasó y le llamo a esta maestra y le digo ‘¿Alejandra, a vos nunca se te ocurrió por un momento parar ese colectivo o llamarme entre las 2 y las 8 de la mañana y decirme tu hija está así vamos a parar o qué hacemos?’”, sostuvo sobre la charla que tuvo con la docente.
Denuncia
Luego comentó que todavía no pudo hacer la denuncia del hecho ni comunicarse con un abogado, pero que pronto lo hará y señaló que para ella tanto las docentes como la empresa son responsables.
Ahora junto a su familia clama por justicia, que se sepa todo lo que pasó y que el caso no quede impune.
“Mi hija me da la fuerza para hacer lo que tengo que hacer. No solamente voy a hacer justicia, sino que después voy a hacer lo que ella me pidió que haga, que es el bien, obras de beneficencia, ella era una persona de Dios, amaba a Cristo y yo voy a hacer todo el legado que ella me dejó, un legado de amor”, finalizó.