Frente a la innumerable cantidad de evidencias sobre las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que hicieron las tropas rusas por orden de Putin en Ucrania más los reportes de crímenes de guerra imposibles de esconder, el gobierno argentino debía tomar una decisión clara. O avanzaba abrazado al kirchnerismo duro y evitaba votar la condena que hoy la Asamblea General de la ONU le aplicará a Moscú o fijaba una posición clara respetando la tradición que tiene el país en el mundo en materia de derechos humanos.
Finalmente el gobierno de Alberto Fernández reconocerá hoy las atrocidades que cometió Putin en Ucrania y aceptará formalmente las pruebas que la comunidad internacional y especialmente la administración Biden sobre la responsabilidad de Rusia en los crímenes.
No es fácil para el kirchnerismo, que parece creer que el actual régimen en Rusia es una continuidad del modo de vida soviético y rechaza ver que Putin lidera hoy un país que maneja uno de los sistemas capitalistas mas salvajes de la tierra, sin controles ni regulaciones y en medio de mafias que contruyeron fortunas inconmensurables tras la salida del régimen comunista, tal como se los ve ahora huyendo por Europa para evitar embargos.
Alberto Fernández escuchó ayer de Cafiero y Argüello un resumen de las evidencias de la masacre que cometió el Ejército ruso en Bucha por orden de Putin. La dimensión de las violaciones y asesinatos que los ucranianos encontraron en sus ciudades tras la salida de los rusos es tal que los informes de los EE.UU. y Gran Bretaña lo califican ya con el concepto internacional de genocidio.
Cadáveres de civiles mutilados y fusilados y no en situación de batalla, morgues colapsadas por la cantidad de cuerpos masacrados y fosas comunes que debió cavar el propio gobierno ucraniano en medio de una situación sanitaria incontrolable.
Los reportes de otras ciudades como Mariúpol, suman también violaciones a mujeres y procedimientos de limpieza étnica. En muchos casos no fueron episodios individuales sino una estrategia para infundir miedo entre la población ucraniana.
Todo eso escuchó el Presidente ayer y antes que terminaran de mostrarle toda la información disponible ya había tomado la decisión de votar a favor de la suspensión de Rusia del Consejo.