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viernes, 26 abril, 2024
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    Entrevista al embajador armenio en Argentina a 30 años de la independencia de su país.

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    Hovhannés Virabyan tenía apenas diez años cuando Armenia declaró su independencia el 21 de septiembre de 1991 a través de un referéndum popular. Pasaron treinta años no exentos de avances y retrocesos, y Virabyan es el actual embajador armenio en Argentina. Este hombre nacido en Ereván celebra el presente de Armenia sin olvidar sus raíces: “He visto todo con mis propios ojos, las dificultades y fallas pero también los éxitos y desafíos. Con treinta años eres joven, pero ya tienes responsabilidades“.

    Para conmemorar el aniversario, desde la embajada en Argentina se desarrollaron una serie de eventos abiertos al público de manera virtual. Así se pudo conocer Matenadarán, el Museo de Manuscritos Antiguos, o el prestigioso colegio internacional de Dilichán. También organizaron un recorrido por la historia del vino Karas, propiedad de la familia Eurnekian, o una charla con el dueño de una cadena de restaurantes que empezó vendiendo panchos y hamburguesas. “La idea es mostrar a Armenia no solo por su historia y cultura milenaria, también como un lugar donde puedes hacer negocios y ganar dinero”, destaca el embajador.

    Más allá de sus objetivos diplomáticos en Argentina, Virabyan no le escapa a los temas ásperos: el genocidio armenio y la guerra que se cobró miles de víctimas en Nagorno Karabaj. “Lo que pasó en Nagorno Karabaj es que no hemos permitido un segundo genocidio en el mismo siglo. Para algunos es un conflicto o un choque de intereses, pero para nosotros es nuestra patria milenaria”, explica el embajador a este diario.

    ¿Cómo atravesó Armenia estos años de independencia?
    Yo recuerdo perfectamente dónde hemos empezado. En 1988 Armenia pasó un terremoto horrible que borró casi una tercera parte del país, y sus consecuencias fueron tan graves que aún con todo su poder la Unión Soviética no pudo reaccionar rápido. Todos esos problemas cayeron en las espaldas de una república recién nacida. Al mismo tiempo empezaron los problemas con Azerbaiyán: limpiezas étnicas contra los armenios que vivían en esa época en diferentes partes de Azerbaiyán y también en Nagorno Karabaj. Elegimos el camino de la democracia porque es el mejor que inventó la humanidad, no es perfecta en ningún lado del mundo y tampoco en Armenia. No podemos recorrer en treinta años una distancia que en Europa se recorrió con evoluciones y revoluciones que llevaron siglos. Armenia tiene una interesante mezcla de historia y tradiciones, pero también como República joven tiene energía y motivación. Queremos tener más años por venir que años de historia.

    Usted menciona casos exitosos de armenios en el exterior, pero uno de los problemas endémicos del país es su alta tasa de emigración y no precisamente por negocios…

    – Es que tradicionalmente los armenios viajan mucho. Depende mucho de sus páginas trágicas pero también Armenia es una nación en movimiento, somos como hormigas. El gobierno no quiere parar ese proceso, lo que trata de hacer es generar más puestos de trabajo, más posibilidades de desarrollo para crecer profesionalmente, pero no puede cerrar las fronteras. Al revés, tenemos también a un pequeño porcentaje que vuelve a Armenia, por ejemplo después de la guerra de Siria han vuelto casi 20 mil personas. Pero es cierto que fuera de Armenia viven dos veces más armenios que en el país. Eso fue así históricamente.

    El 24 de abril se cumplió el 106° aniversario del genocidio armenio, reconocido por el presidente estadounidense Joe Biden . ¿Cree que finalmente hará lo mismo Turquía?

     

     

     

     

     

     

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