La posibilidad de los dos dígitos para este año tiene un padrino importante. El FMI, en su último informe World Economic Outlock (WEO), publicó en octubre las perspectivas de la economía argentina para cerrar 2022 con una medición de 95% de inflación para este año, junto con un crecimiento de 4% final. Como el mismo trabajo incluía críticas y advertencias sobre la marcha del acuerdo, consideran en Hacienda que los datos positivos también deben ser tomados como creíbles por el mercado local. En las últimas horas, en los contactos de la misión argentina en Washington para cerrar los números del tercer trimestre, se volvió a considerar la posibilidad de los dos dígitos, pero bajo observación de lo que suceda en diciembre. De alguna manera, es una forma de alentar a Hacienda a sostener los actuales criterios monetarios restrictivos y limitantes de la expansión del gasto público, ante las presiones políticas internas del propio gobierno.
Para Economía lograr no superar la frontera del 100% tiene un aire de revancha. Si se lograra ese pequeño éxito, los funcionarios podrían mostrar un tenue triunfo estadístico contra los excolegas del equipo económico de las consultoras privadas. Ninguna de estas habla de menos de 100% en sus últimos papers. El problema se agrava cuando las mismas lanzan sus apreciaciones para 2023, con proyecciones que exceden largamente el 100% y que, en algunos casos, superan el 130%; niveles agrietados con el 60% incluido en el Presupuesto. Si las consultoras se equivocaran en su predicción para 2022, Massa y su equipo tendrían argumentos válidos para refutar los pesimistas pronósticos inflacionarios de 2023.