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jueves, 25 abril, 2024
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    Informe de la UCA sobre la tarjeta de asistencia social

    “Los destinatarios hubieran experimentado un aumento de la inseguridad alimentaria total y severa”, precisa el trabajo.

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    El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica (UCA) realizó un trabajo sobre los efectos de la Tarjeta Alimentar en la población más vulnerable. Las conclusiones, reflejan que los destinatarios “hubieran experimentado un aumento en la inseguridad alimentaria total y severa”, de no existir el mecanismo de asistencia que implementó el Gobierno Nacional.

    La tarjeta Alimentar otorga hasta 12 mil pesos a madres de niños y adolescentes que perciban planes sociales y no tengan ingresos extra. En este caso, la UCA evalúa los impactos de programa “en tres dimensiones: la inseguridad alimentaria en sus umbrales total y severo, el consumo de diferentes grupos de alimentos y algunos consumos no alimentario de los hogares”. La metodología de trabajo apeló a dos técnicas: por un lado –aclararon- un análisis de diferencias simples a partir de ejercicios de apareamiento por puntaje de propensión y, por otro lado, un análisis de diferencias dobles para indicadores en los que se contaba con información de línea de base.

    Así, concluyeron cuatro puntos centrales. El primero, que los destinatarios del programa “tendrán una mayor protección frente a la inseguridad alimentaria que los grupos de comparación”; el segundo, que los hogares alcanzados “tendrán un mayor acceso a consumos alimentarios que los hogares de los grupos de comparación”. En tercer lugar, destacan que los niños y niñas y adolescentes que “viven en hogares con el Programa tendrán más propensión a un consumo adecuado de distintos grupos de alimentos que pares de los grupos de comparación”. La última conclusión es que “los hogares tendrán un mayor acceso a consumos no alimentarios, en el entendimiento de que los hogares pueden reasignar recursos a partir de la recepción de la transferencia”.

    Los asistidos en relación al resto

    Sobre el primer punto, la UCA encontró que “resultados robustos acerca del impacto positivo del Programa en la reducción de la inseguridad alimentaria cuando el análisis toma como grupo de comparación a los no destinatarios del plan”. Y agregan que “de no haber sido por el Programa, los destinatarios hubieran experimentado un aumento de la inseguridad alimentaria total y una mayor inseguridad alimentaria severa”. El Programa resultó “una red de protección en un marco de empeoramiento general de la situación socio-alimentaria”, concluyeron.

    Con respecto a la segunda conjetura, los impactos muestran distintas tendencias según cuál sea el indicador considerado. “No se aprecian impactos estadísticamente significativos en el consumo de carne, de lácteos ni de frutas o verduras. Se aprecia, en cambio, que los hogares destinatarios del Programa tendrán una mayor propensión al consumo de huevos y legumbres que los hogares del grupo de comparación (hogares sin el Programa)”. Aclararon en la UCA que “el insuficiente efecto observado en los indicadores de consumo alimentario deberá ser considerado con mayor detalle en futuras mediciones, debido a ser poco sensibles a la medición de variaciones en las cantidades de los consumos alimentarios de los hogares”.

    La tercera conjetura introduce la cuestión del acceso a los alimentos, pero en relación con la calidad de la dieta de niños/as y adolescentes. “Esto depende de la frecuencia de los consumos -explican-, del tipo de alimentos consumidos y también de las prácticas sociales de las familias”. Al respecto, el trabajó especifica que “se apreció que el efecto promedio del Programa no es estadísticamente significativo en la calidad de la dieta de niños/as y adolescentes en los indicadores considerados, con la excepción del consumo adecuado de carne (vaca y/o pollo) en comparación con los no destinatarios. La ausencia de impactos robustos sobre la calidad de la dieta de los niños/as y adolescentes podría comprenderse desde dos ángulos”.

    Por último, la cuarta conjetura “permite constatar un impacto significativo en el mayor consumo no alimentario; específicamente, de productos de limpieza, higiene personal y aseo e higiene íntima femenina, en comparación con los hogares no destinatarios. Esta evolución se dio en un contexto en el que los hogares debieron dirigir mayores recursos a productos de limpieza debido al contexto de pandemia por COVID-19.”, detalla el trabajo.

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