26.4 C
Posadas
miércoles, 1 mayo, 2024
+SECCIONES

    Neorevisionismo: una palabra

    Destacadas

    spot_img

    En “Las Palabras y las cosas”, Michel Foucault nos explica, como también lo hicieron muchos otros antes, que tomamos las palabras para definir el mundo. En una realidad conformada por como la aprehenden nuestros sentidos, casi siempre caóticamente (que en definitiva es la forma natural del universo), usamos las palabras para tratar de entender lo que nos rodea, para nombrar las cosas y ordenar nuestros pensamientos.

    Obviamente, tal como lo demostraron Charles Pierce o Iuri Lotman, no solo pensamos en palabras sino en símbolos, signos; pero, ¿qué es la palabra sino el signo fundamental a partir del cual generamos todo?. Desde el “hagáse la luz” bíblico pasando por toda la historia conocida, la palabra (escrita u oral) es la fuente de la cultura humana.

    Casualmente o no, Foucault nos cuenta que “Las palabras y las cosas” está inspirado en un cuento de Jorge Luis Borges, “El idioma analítico de John Wilkins”, donde el escritor argentino realiza una serie de enumeraciones absurdas pero que tienen un hilo conductor lógico. Esa lectura llevó a Foucault a reflexionar sobre el lenguaje y las palabras, su importancia y su no tan banal significado. Dejemos para otra ocasión la tesis opuesta de Lewis Carroll, que decía a través de Humpty Dumpty que “cuando yo uso una palabra significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos”. Hoy nos centraremos en lo más aceptado, las palabras deben tener un significado conocido por todos, sino no cumplirían su cometido, comunicar algo.

    Es por eso que las palabras no son simplemente palabras, son transportadoras de sentido, de pensamientos.

    Esta semana en Misiones resonó una palabra: Neorevisionismo.

    Pero, qué es el Neorevisionismo, o mejor aún que significa Neorevisionismo. Etimológicamente, sabemos, que neo es nuevo y revisionismo es someter a revisión metódica doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con la intención de actualizarlas.

    En nuestro país esa palabra tiene una connotación un tanto más política ya que durante el fin del Siglo XIX, con la intención de fomentar una historiografía centralista, porteña, pseudo europea, se fundó el llamado “Revisionismo histórico”. En tanto, otra corriente, de finales del siglo XX, encabezado por Pacho O´Donell ,entre otros, es definido como neorevisionismo, la cual es una no renuncia a interpretar la historia en los términos de un antagonismo en el que un pueblo, víctima de sus dirigentes, vive sólo para ser engañado, agraviado y despojado de su pasado y de su identidad. Lo ejes del neo-revisonismo, en su análisis histórico, es la lucha de clases, que no ha expirado.

    Felipe Pigna, durante una entrevista, señaló que la necesidad de no contradecir a quienes aparecen como sus “patrones”, lleva a los “historiadores oficiales” y activistas del anti neo-revisionismo a ocuparse de los microtemas para no comprometerse con los temas amplios y conflictivos. “Prefieren el árbol al bosque”, señalaba.

    Es en este sentido, en este significado, del neorevisionismo se funda lo dicho días atrás por el presidente de la Legislatura Misionera, Carlos Rovira.

    Más o menos en la línea que señalábamos la semana pasada, Rovira encabezó junto al gobernador Oscar Herrera Ahuad y al intendente de Posadas, Leonardo Stelatto, una conferencia de prensa para hablar de diversos temas, como excusa para hablar realmente de la puesta en marcha de una idea: el neorevisionismo.

    Es que, como señalábamos en esa editorial, “contextos políticos muy sectarios y radicalizados, en los que las dos facciones en las que se divide el espectro político son incapaces de llegar a una solución”, según explicaba Stephen Greenblatt, un experto en Shakespeare, el escritor inglés imaginó una mirada oblicua, objetiva por así decirlo. Esa es la postura que desde la Renovación misionera planteó específicamente Rovira.

    Pero entonces, volviendo al punto de partida, ¿qué es el neorevisionismo? Es sin más no aceptar el relato de la realidad que se quiere imponer, es no ser Unitario o Federal, es ir un poco más allá, plantarse de lejos, observar y tomar decisiones que más allá de que enojen a quienes tomen las decisiones que involucren al conjunto del país, se les pueda señalar que esas decisiones para el conjunto se toman con la visión centralista porteña, que atraviesa casi toda la historia de nuestro país y que ante esa situación desde Misiones se planteará un bloque de diputados nacionales que respondan a los intereses de los misioneros, tal como lo expresa la Constitución, es decir los diputados son representantes del pueblo y es a ellos a quienes deben responder, no a intereses ajenos.

    El neorevisionismo viene entonces a suplantar al bloque Federal, pero no porque se cambiará su nombre sino porque el sentido de la palabra es diferente. No es lo mismo un bloque Federal, con todo lo que esa palabra implica, (sobre todo porque plantea ya una dicotomía con el Unitarismo), que un bloque neorevisionista, con todo lo que conlleva como significado esa palabra.

    La palabra, el lenguaje en definitiva, es la clave para entender los discursos, esos que se nutren ni más ni menos que de palabras, que mutan, viven y generan sentidos; es en esos sentidos, en esos significados donde hay que ahondar para entender no solo lo que se dice sino para conformar esa realidad de otro modo caótica y tratar de asirla a nuestro entendimiento, para (como toda actividad humana) modificarla para nuestro beneficio.

    Javier Adorno

    spot_img
    spot_img
    spot_img
    spot_img
    spot_img

    Últimas noticias