La pandemia exacerbó la dualidad del mercado de trabajo, una característica que la economía argentina muestra en ascenso desde la década del ´90. Esto se verifica en el comportamiento que mostró en 2020 la curva de empleo formal versus la dinámica del empleo informal. La primera se deterioró pero a un ritmo suave, disociado de la marcha de la economía, mientras que la segunda quedó adherida al derrumbe económico. Esta es una de las principales conclusiones del último informe del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (Cetyd-IDAES-UNSAM), sobre “el año más crítico desde el 2001”. En enero, el empleo formal subió frente a diciembre pero sigue mostrando una merma interanual del 2,7 por ciento.
La descripción del Cetyd es además una advertencia para lo que viene, porque más temprano que tarde llegará la nueva ola de contagios y con ellos es muy posible que se vuelva a resentir la economía, lo cual, quedó demostrado, impacta mayormente sobre los trabajadores precarizados y los hogares de menores ingresos.
“Si se consideran conjuntamente los indicadores de actividad y empleo registrado se observa que su comportamiento se disoció durante el año, dado que la caída de la actividad fue considerablemente más pronunciada que la de los puestos de trabajo del sector formal. El principal motivo que explica este comportamiento reside en las políticas de sostenimiento del empleo implementadas por el gobierno nacional durante 2020, como el programa ATP, la prohibición de despidos y la validación ágil de suspensiones”, explica el informe.
La resistencia que mostró el empleo formal durante la pandemia contrasta con lo ocurrido con las inserciones laborales más precarias y vulnerables, advierte el trabajo. “Durante el momento más agudo de la crisis, la cantidad de ocupados en empleos informales se redujo un 43 por ciento y la de trabajadores por cuenta propia, un 27 por ciento. Esta diferencia pone de manifiesto la necesidad de reducir los elevados niveles de precarización de la estructura ocupacional de nuestro país”, agrega.
La contención en el caso del empleo informal vino por el lado del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que más allá de que fue un sostén monetario, está claro que no llega a compensar el monto de un ingreso laboral perdido. El informe del CETYD-UNSAM advierte que además del desafío en materia laboral está el tema salarial, cuyo abordaje “precisa conciliar el objetivo de alcanzar una coordinación efectiva de precios y salarios para reducir gradualmente la inflación, con el de promover la necesaria y demorada recuperación, que será vital para reactivar el consumo y la actividad económica”.
El 2020 cerró con una caída del empleo de 187 mil puestos formales, lo cual se inserta en una tendencia de más larga data. Desde abril de 2018, los puestos registrados están en caída, desde 6,3 millones en ese momento hasta unos 5,8 millones actualmente.
El año de la pandemia terminó en terreno positivo para el empleo en la industria manufacturera, aunque la construcción, otro gran empleador, terminó por debajo de los valores previos a febrero de 2020. La mayor contracción de empleo se verifica en el sector de hoteles y restaurantes, con una caída interanual del 19,5 por ciento.
Los últimos datos de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo muestran que el empleo privado registrado en empresas con más de 10 personas ocupadas creció en enero 0,3 por ciento respecto de diciembre de 2020, aunque en términos interanuales sigue 2,7 por ciento abajo.
Fuente: Página 12.