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lunes, 13 mayo, 2024
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    Santa Fe le apuntaba a la esperanza y terminó en un ridículo

    River Plate, sin arquero y sin suplentes en el banco, lo dejó afuera de la Copa Libertadores.

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    Santa Fe pasó una vergüenza en el estadio Monumental, contra un improvisado equipo de River Plate, plagado de casos de covid-19, sin arquero disponible, con un jugador de campo, además lesionado, debajo de los tres palos. El equipo argentino dio una lección de jerarquía, ganó 2-1 y dejó al equipo ‘cardenal’, incluso, sin opciones de llegar a la Copa Suramericana.

    Era un partido desigual, más allá de que River, a última hora, logró juntar 11 jugadores, poniendo a uno de ellos, Enzo Pérez (que estaba lesionado), como arquero. Dos de ellos, Felipe Peña y Tomás Lecanda, jugaban su primer partido con el club argentino en la Libertadores.

    Sin embargo, el que se terminó comiendo toda la presión fue Santa Fe, que entró dormido al campo, cometió errores gigantes en defensay tuvo dos centrales que parecía que se hubieran conocido en el túnel de salida al campo del Monumental y no que llevaran casi dos años jugando juntos, como Fáiner Torijano y Jeisson Palacios.

    En el primer tiempo, Santa Fe no tuvo cómo probar si los guantes le ajustaban bien a Enzo Pérez, a quien le prestaron unos que pertenecen a uno de los porteros afectados por el covid-19, Germán Lux. Y eso tiene virtudes y defectos.

    Virtudes, todas, de River, que comenzó alegre, atacando, como si en vez de Fontana y Julián Álvarez tuviera adelante al Beto Alonso y y al Búfalo Funes. Le marcó dos goles (uno de Fabricio Anglieri, a los 3 minutos, y otro de Álvarez, a los 6). Y luego, ya con la ventaja, dio un recital de orden y solidaridad para cerrar los caminos hacia su arco.

    Y defectos, todos, de Santa Fe, al que los hinchas le perdonan cualquier cosa, menos la falta de jerarquía. Fue un equipo tan lejano a la historia del club como el uniforme con el que salieron a la cancha, a cuadros rosados y grises, más parecidos al descendido Boyacá Chicó que al histórico rojo y blanco.

    Ya en el segundo tiempo, con la entrada de Diego Valdés y, sobre todo, de Kelvin Osorio, Santa Fe le puso alguito de corazón al partido, aunque con el mismo defecto del primer tiempo: no pateaba al arco. Es que ni siquiera con la fórmula de los últimos años y los últimos títulos santafereños, la de levantar la pelota y rematar de cabeza, Santa Fe generó algún peligro: todo terminó en rechazos de la defensa de River.

    Santa Fe se demoró 73 minutos para hacer un tiro al arco, y terminó entrando. Claro, porque ahí se demostró que Enzo Pérez no era arquero. Jhon Arias llegó al fondo, tocó al centro y Osorio anotó el descuento.

    El cansancio natural de los jugadores de River, sin posibilidad de hacer cambios, hizo crecer la sensación de que el empate podía llegar. Y el técnico Harold Rivera se vio tan resignado que el quinto cambio fue sacar a su delantero, Jorge Luis Ramos, para meter a un niño de 15 años, Hollman McCormick.

    River dio una lección de jerarquía y orden. Y Santa Fe reflejó el pésimo momento del fútbol colombiano, que solo fue capaz de hacerle un tiro al arco a un portero improvisado…

     

     

     

     

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