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lunes, 20 mayo, 2024
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    Todo está en Shakespeare

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    En su prólogo a la traducción de Enrique IV, que por cierto está dedicada a Aristóbulo del Valle, Miguel Cané el famoso autor de Juvenilia señalaba la idea de que las cuestiones políticas de cualquier época podían verse reflejadas en las obras de William Shakespeare.

    Al hablar sobre los grandes señores feudales «sin concepción de la patria, sin más ley que su propia voluntad, sin lealtad más que para su interés inmediato», marca lo que hace eterno al dramaturgo inglés, la inmutabilidad de sus caracteres, la eternidad de los temas y sobre todo, el claro entendimiento del alma humana.

    Decía el que un par de años después impulsaría la Ley de Residencia que se puede tomar «cualquier época de la historia humana, en cualquier región de la tierra, un momento de convulsión política y social, 1640 en Inglaterra, 1789 en Francia, 1848 en Hungría, más aún, si queréis usar el microscopio, 1890 en Buenos Aires y veréis, al lado de los Hotspurs y los Douglas, que marchan impetuosos a la muerte, enloquecidos por la idea del triunfo, los Northumberland y los Worcester, irresolutos, inquietos, egoístas, azuzando las pasiones, prometiendo concursos y fallando el objeto».

    Muchos años después de ese 1900 en el que Cané escribía y tras pasar todo el convulsionado Siglo XX con la profusión de personajes Shakesperianos en el poder, el catedrático Stephen Greenblatt publicaba su libro «El Tirano, Shakespeare y la política». Allí, el profesor de Harvard esboza que el auge de gobierno de índole populista tanto de derecha como de izquierda se dan porque logran una identificación con el pueblo (los súbditos, dice él). «En su exploración de los mecanismos psíquicos que mueven a una nación entera a abandonar sus ideales y, hasta sus intereses, Shakespeare descubrió una respuesta patética: simplemente ocurre, en muy buena medida, que a la gente le fascinan los tiranos porque su realidad es tan miserable que necesita creer en sus mentiras«. asegura.

    Es que, tal y como lo expresa Greenblatt de alguna forma, para entender el presente hay que tener una «mirada oblícua», es decir alejarse un paso para ver el contexto. En ese contexto está todo y todo está en Shakespeare: el triunfo a pesar de los pronósticos, la demencia, el puño de hierro, el populismo, la utopía, la esperanza, las promesas sin sentido, el drama y por supuesto la muerte. Shakespeare como estratega político que puso en escena complots para usurpar el reino, revoluciones contra un estado corrupto y a los tiranos más fascinantes.

    En esos «contextos políticos muy sectarios y radicalizados, en los que las dos facciones en las que se divide el espectro político son incapaces de llegar a una solución”, explica Greenblatt, Shakespeare imaginó “un personaje capaz de apelar a los instintos, de manipular de manera populista los instintos más bajos del populacho, como el resentimiento, el miedo… Además, ese populista nunca es una figura autónoma, sino una marioneta manipulada por poderes ajenos, extranjeros o superiores”.

    La Argentina que Cané vio en la revolución de 1890 y la actual en apariencia no distan demasiado; como tampoco hay mucha distancia con lo que pensaba Shakespeare durante el Siglo XVII en la Inglaterra Isabelina.

    La mirada oblicua

    Durante ese caótico Siglo XX de la posguerra el mundo se dividió en capitalismo y comunismo. Desde la Argentina, Perón planteaba una ideología intermedia, un capitalismo social por así decirlo. Una tercera posición.

    Esa posición intermedia, esa mirada no beligerante sobre el presente es lo que también se está planteando desde Misiones. «Vivimos una atmósfera absolutamente distinta; esto habla de que Misiones está lejos de la grieta nacional”, afirmaba el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira al comparar la actividad parlamentaria de la provincia con lo que sucede a nivel nacional. Mientras que aquí se cerró el año legislativo con la aprobación del Presupuesto 2022 para el funcionamiento del Estado y un total de 100 leyes; en el Congreso nacional no se conseguía el quórum para el tratamiento de un proyecto tan importante como el Etiquetado Frontal de Alimentos.

    En el mismo sentido los candidatos del Frente Renovador de la Concordia ponen el acento en ese punto: la no intromisión de Misiones en la grieta entre el oficialismo y la oposición; más centrada en lo que sucede en CABA y la provincia de Buenos Aires que en lo que es la realidad general del país. La defensa de los derechos y pedidos de los misioneros es la síntesis de la campaña de la renovación.

    El reclamo encabezado por el gobernador Oscar Herrera Ahuad de beneficios impositivos, de la compensación por el cuidado del entorno ambiental y otros temas fundamentales para Misiones marcó en el inicio de la semana una guía de lo que sucedió luego cuando se transformó en una de las provincias donde no se realiza el llamado control de precios que impulsa el gobierno, sin por ello perder el diálogo con las autoridades nacionales.

    La mirada oblicua, que señalaba Greenblatt, en la que Shakespeare a través de Macbeth, Ricardo III, Coriolano o el rey Lear ponía de relieve su actualidad,  se transforma así en una postura política en la que saliendo de la lucha se plantean reclamos y se piden soluciones sobre problemas reales.

    Por Javier Adorno

    Fuentes:

    ENRIQUE IV, William Shakespeare, TRADUCCIÓN, PRÓLOGO Y NOTAS DE MIGUEL CANÉ. BUENOS AIRES.1918

    ‘El tirano. Shakespeare y la política’, Stephen Greenblatt, (Editorial Alfabeto) 2019

    https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2019/10/25/5db1e55f21efa05e768b45ed.html

     

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