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jueves, 16 mayo, 2024
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    De las sufragistas a Eva Perón, más de cuatro décadas de lucha feminista para llegar al voto

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    La primera vez que los centros de votación abrieron sus puertas a las mujeres en aquella histórica jornada del 11 de noviembre de 1951, fue la consecuencia de la aprobación -cuatro años antes- de la ley 13.010 de sufragio femenino impulsada por Eva Perón, pero también de más de 40 años de militancia de las sufragistas argentinas.

    Con simulacros de votos, miles de telegramas dirigidos a los despachos legislativos, congresos internacionales y protestas callejeras, las sufragistas argentinas ya llevaban más de cuatro décadas reclamando por su derecho al voto cuando el 9 de septiembre de 1947, el Congreso sancionó la “ley Evita”, un hito de la vida democrática de la Argentina y del movimiento de las mujeres.

    Tuvieron que pasar cuatro años para que millones de mujeres estrenaran por primera vez este derecho en elecciones presidenciales y legislativas, en el marco de las cuales, y por primera vez también, decenas de mujeres se postularon y resultaron electas a diferentes cargos.

    Desde principios del siglo XX, las mujeres habían visto pasar la sanción de una ley de voto “universal” (Saénz Peña) -que sin embargo excluía a la mitad de la población-, la reforma del Código Civil de 1926 -que las igualaba en derechos en muchos aspectos con los hombres pero no en materia de elegir y ser elegidas-, una media sanción de ley nacional -que quedó cajoneada en Senadores- y al menos 22 proyectos de ley que naufragaban uno tras otro por falta de voluntad política.

    Un posible punto de inicio del movimiento sufragista es 1900, con la fundación del Consejo de las Mujeres por parte de la primera mujer en obtener el título de médica, Cecilia Grierson, que lo crea al regresar del Segundo Congreso Internacional de Mujeres en Londres.

    Esta organización derivó hacia 1904 en la Asociación de Universitarias Argentinas que organizó el Primer Congreso Femenino Internacional que se llevó a cabo en Buenos Aires en 1910, con el reclamo sufragista como uno de sus ejes centrales.

    Un año después, el 26 de noviembre de 1911, la también médica Julieta Lanteri se convierte en la primera mujer latinoamericana en emitir un voto, al participar de las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires aprovechando la imprecisión de una convocatoria de reempadronamiento.

    En 1918 se fundan diferentes organizaciones con el impulso al voto femenino como principal denominador: la Unión Feminista Nacional encabezada por Alicia Moreau de Justo y la Asociación pro Derechos de la Mujer de Elvira Rawson de Dellepiane.

    Pero también se funda el partido Feminista Nacional que en 1920 postula a Julieta Lanteri como diputada nacional, quien se transformó así en la primera mujer en candidatearse a un cargo electivo, aprovechando que ni la Constitución Nacional ni la ley electoral incluían interdicciones de género.

    En esos comicios en que cosecharon poco más de mil adhesiones de votantes masculinos, el Comité Pro Sufragio Femenino creado por la socialista Alicia Moreau en 1907 la acompañó organizando un “simulacro” o “ensayo” de voto.

    Pero antes de 1947 hubo un distrito que por períodos permitió votar a las mujeres, la provincia de San Juan, en virtud de la reforma de la constitución provincial de 1927.

    En 1932, por primera vez un proyecto de sufragio femenino, el presentado por el diputado socialista Mario Bravo, logró media sanción de diputados pero el Senado nunca lo trató y perdió estado parlamentario.

    La primera vez que los centros de votación abrieron sus puertas a las mujeres en aquella histórica jornada del 11 de noviembre de 1951, fue la consecuencia de la aprobación -cuatro años antes- de la ley 13.010 de sufragio femenino impulsada por Eva Perón, pero también de más de 40 años de militancia de las sufragistas argentinas.

    Con simulacros de votos, miles de telegramas dirigidos a los despachos legislativos, congresos internacionales y protestas callejeras, las sufragistas argentinas ya llevaban más de cuatro décadas reclamando por su derecho al voto cuando el 9 de septiembre de 1947, el Congreso sancionó la “ley Evita”, un hito de la vida democrática de la Argentina y del movimiento de las mujeres.

    Tuvieron que pasar cuatro años para que millones de mujeres estrenaran por primera vez este derecho en elecciones presidenciales y legislativas, en el marco de las cuales, y por primera vez también, decenas de mujeres se postularon y resultaron electas a diferentes cargos.

    Desde principios del siglo XX, las mujeres habían visto pasar la sanción de una ley de voto “universal” (Saénz Peña) -que sin embargo excluía a la mitad de la población-, la reforma del Código Civil de 1926 -que las igualaba en derechos en muchos aspectos con los hombres pero no en materia de elegir y ser elegidas-, una media sanción de ley nacional -que quedó cajoneada en Senadores- y al menos 22 proyectos de ley que naufragaban uno tras otro por falta de voluntad política.

    Un posible punto de inicio del movimiento sufragista es 1900, con la fundación del Consejo de las Mujeres por parte de la primera mujer en obtener el título de médica, Cecilia Grierson, que lo crea al regresar del Segundo Congreso Internacional de Mujeres en Londres.

    Esta organización derivó hacia 1904 en la Asociación de Universitarias Argentinas que organizó el Primer Congreso Femenino Internacional que se llevó a cabo en Buenos Aires en 1910, con el reclamo sufragista como uno de sus ejes centrales.

    Un año después, el 26 de noviembre de 1911, la también médica Julieta Lanteri se convierte en la primera mujer latinoamericana en emitir un voto, al participar de las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires aprovechando la imprecisión de una convocatoria de reempadronamiento.

    En 1918 se fundan diferentes organizaciones con el impulso al voto femenino como principal denominador: la Unión Feminista Nacional encabezada por Alicia Moreau de Justo y la Asociación pro Derechos de la Mujer de Elvira Rawson de Dellepiane.

    Pero también se funda el partido Feminista Nacional que en 1920 postula a Julieta Lanteri como diputada nacional, quien se transformó así en la primera mujer en candidatearse a un cargo electivo, aprovechando que ni la Constitución Nacional ni la ley electoral incluían interdicciones de género.

    En esos comicios en que cosecharon poco más de mil adhesiones de votantes masculinos, el Comité Pro Sufragio Femenino creado por la socialista Alicia Moreau en 1907 la acompañó organizando un “simulacro” o “ensayo” de voto.

    Pero antes de 1947 hubo un distrito que por períodos permitió votar a las mujeres, la provincia de San Juan, en virtud de la reforma de la constitución provincial de 1927.

    En 1932, por primera vez un proyecto de sufragio femenino, el presentado por el diputado socialista Mario Bravo, logró media sanción de diputados pero el Senado nunca lo trató y perdió estado parlamentario.

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