La inflación anual alcanzó así un pico máximo como no lo hacía hace 18 años, cuando en noviembre pasado trepó al 11%. Desde entonces no pudo bajar de los dos dígitos, lejos de la meta oficial que estimaba una suba de los precios entre el 3,25% y el 3,50%.
Uno de los factores en la suba de la inflación es la política monetaria de Brasil, donde el banco central tuvo los costos de endeudamiento más altos como consecuencias de la recesión de la pandemia.
Sin embargo los esfuerzos por bajar la inflación no han dado resultados, con tasas que rondan los 875 puntos base.
A la situación del alza en los precios y el incremento en el costo de vida, Brasil suma al menú de la inflación otros factores como problemas en las cadenas de suministro, condiciones climáticas adversas (sequías y lluvias extremas) y el aumento de materias primas, una de las problemáticas a nivel mundial acentuada durante la pandemia.
Roberto Campos Neto, presidente del Banco Central de Brasil, intentó controlar la espiral inflacionaria con medidas de suba de tasas la semana pasada, cuando elevó la tasa Selic al 10,75%.
Sin embargo, el resultado no fue el esperado y los precios siguen fuera de todo control, por lo que el equipo económico del presidente Bolsonaro se reunirá para determinar nuevas líneas de acción de la política monetaria a partir de marzo.