Pareto, de 35 años, afrontó su última lucha en Tokio con una limitación física por el esguince de codo izquierdo que sufrió en la anterior derrota por ippon ante la japonesa Funa Tonaki, tercera del ranking mundial, en los cuartos de final de su división.
La judoca que defendía el título olímpico logrado en Río 2016 terminó ese cruce con dificultades para mover su brazo luego de una toma de su rival, que la mantuvo contra el piso y forzó el fallo del árbitro mongol Enkhtsetseg Turbat.
La “Peque”, número 6 del ranking de la Federación Internacional de Judo (ITJ), quedó tendida en el suelo, se levantó con dificultad y se retiró del recinto con signos de dolor. “El problema es en el codo, necesito que me vea el médico”, avisó a la televisión en un mensaje de incertidumbre sobre su futuro en la competencia.
Un rato después se confirmó que afrontaría su compromiso por el repechaje, pese a la lesión sufrida en la articulación del brazo. La argentina hizo el calentamiento previo con un vendaje pero finalmente se lo quitó en una nueva muestra del coraje que la distinguió durante su carrera.
La derrota con la portuguesa, octava del escalafón mundial, la dejó sin chances de medalla y con un diploma que ganó por segunda vez, como ocurrió en Londres 2012 cuando fue quinta.
“Perdón por no hacerlos tan felices como en Río”, dijo Pareto ante la prensa. “Como a cualquier deportista, no me gusta perder, me entristece, pero no es tan malo un diploma olímpico. Objetivamente está bien”, analizó entre lágrimas.