El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dialogó este lunes con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y dijo que es partidario de un alto el fuego en los sangrientos ataques entre israelíes y palestinos, aunque se abstuvo de exigir abiertamente una tregua.
En la llamada telefónica con Netanyahu, “el Presidente expresó su apoyo a un cese al fuego y discutió el compromiso de Estados Unidos con Egipto y otros socios hacia ese fin”, según comunicaron desde la Casa Blanca.
Pese a esta postura aparentemente pacifista, hasta ahora Biden se resistió a unirse a otros líderes mundiales y a gran parte de su propio partido demócrata para pedir un alto el fuego inmediato en Israel.
En un comunicado, la Casa Blanca dijo que el mandatario reiteró lo que ha sido su principal mensaje hasta ahora: “Su firme apoyo al derecho de Israel a defenderse de los ataques indiscriminados con cohetes”. El presidente estadounidense “animó a Israel a hacer todos los esfuerzos posibles para garantizar la protección de los civiles inocentes”, expone el escrito.
En esa misma línea, la Casa Blanca evitó condenar cualquier aspecto de los ataques militares israelíes en curso, afirmando que el estrecho aliado de Estados Unidos está en su derecho de responder por la fuerza a los disparos de cohetes del movimiento palestino Hamás, que gobierna en la Franja de Gaza.
Venta de armas
En este contexto, el diario Washington Post dio a conocer que el Gobierno de Estados Unidos aprobó la venta de armas a Israel por un valor de 735 millones de dólares, en plena escalada de tensiones entre las fuerzas israelíes y las milicias palestinas de la Franja de Gaza.
El acuerdo, que plantearía la entrega de armamento de precisión al Gobierno Israelí, fue notificado por la Administración de Joe Biden al Congreso el 5 de mayo, según varias fuentes consultadas por el mencionado diario. Es decir, se dio casi una semana antes de que comenzase el cruce de ataques a ambos lados de la frontera de Gaza.
La administración de Joe Biden está obligada a notificar este tipo de acuerdos al poder legislativo y, habitualmente, no trasciende hasta que el Congreso le haya dado un visto bueno informal. Tras la notificación, los legisladores tienen 20 días para plantear objeciones.
En este sentido, varios congresistas ya habrían expresado su malestar por este paso, a pesar de que tradicionalmente la clase política estadounidense ha sido pro israelí y difundió mensajes prácticamente comunes a ambos lados del espectro político, tanto demócrata como republicano.