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sábado, 4 mayo, 2024
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    Massa, Estados Unidos y la billetera política

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    La posibilidad de Argentina de fortalecer las reservas del Banco Central en un escenario de falta de divisas por pagos de importaciones, depende casi enteramente de la variante política. A agotar esa instancia parece haber viajado el ministro de Economía, Sergio Massa, a los Estados Unidos, el hogar del país que tiene la llave política de los desembolsos de dinero de organismos internacionales, en los que manda directamente el poder político.

    En su estadía en Washington, el tigrense había logrado hasta ahora destrabar 3000 millones de dólares de créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a lo que se le suma otro volúmen importante conseguido en las últimas horas: 900 millones de dólares del Banco Mundial (BM), cerrados tras una reunión con el Director Gerente de Operaciones de la entidad, Axel van Trotsenburg. Ese dinero entrará en los próximos seis meses y se suma a los 1000 millones ya anunciados con anterioridad.

    Por el lado de Argentina estuvieron presentes, además de Massa, el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein; el titular del Indec, Marco Lavagna – que tiene un rol como asesor de organismo internacionales-, y la directora Argentina ante el Banco Mundial, Cecilia Nahón. En tanto, por el lado del Banco Mundial participaron Felipe Jaramillo, Vicepresidente del Banco Mundial, América Latina y el Caribe; Jordan Schwartz, el director del Banco Mundial para la Argentina y Van Trotsenburg, este último de manera virtual.

    “El Banco Mundial ha sido un socio estratégico de Argentina por muchas décadas”, explicó la entidad en un comunicado, y agregó que “el Gobierno de Argentina ha indicado que estima desembolsar unos $500 millones de dólares de proyectos financiados por el Banco Mundial durante los próximos cuatro meses”. En particular, los 500 millones de dólares “incluyen desembolsos de las obras de saneamiento de Matanza-Riachuelo, del apoyo al sistema universal de salud, del financiamiento a la capacitación de trabajadores y del apoyo a niños pobres que reciben la Asignación Universal por Hijo”.

    Los prestamistas de Biden

    En el marco de la gira -que en los próximos días tendrá fuertes anuncios de inversiones petroleras en su paso por Houston y un encuentro de alto voltaje el próximo lunes con la titular del FMI, Kristalina Georgieva– Massa se encontró con cuadros que son terminales directas del Gobierno de Joe Biden. En la previa a embarcar hacia Estados Unidos, el tigrense les había pedido a los armadores de la gira que “en cada reunión haya un gol”, para evitar encuentros protocolares. Esa dinámica se vio en tres encuentros importantes que Massa utilizó para mostrar y validar geopolíticamente su plan económico.

    La referencia es a la reunión con van Trotsenburg, el mitin con el jefe del BID, Mauricio Claver Carone; y la cena que mantuvo el martes con Juan Sebastián González, el hombre de Biden para la región. Ante todos ellos, Massa presentó el programa económico y de reconstitución de reservas internacionales. En todos ese encuentros, hay que leer señales. Por caso, el titular del Banco Mundial le reconoció al ministro “la importancia de tales esfuerzos”, según informó la propia entidad en un comunicado. El detalle no es menor, porque la meta de refuerzos de reservas es uno de los puntos del acuerdo con el Fondo Monetario: concretamente, el país tiene que llegar a fines de septiembre con 4000 millones de dólares líquidos en las arcas de un BCRA que hoy tiene en ese estatus algo más de 2000 millones. Eso, según fuentes oficiales, se alcanzará con el dinero de créditos de multilaterales y el dólar soja, que este miércoles le permitió al Central comprar más de 300 millones de dólares.

    Algo similar a lo que ocurrió con el jefe del BM, pasó con Claver Carone, que luego de tener trabados los créditos al país veinte días atrás, soltó más dinero del esperado, validó el plan de Argentina y reformuló el vínculo. Por estas horas, y más allá de que en el Gobierno identifican al cubano-estadounidense Carone como un hombre del establishmente conservador, la mayoría pena por las demoras que hubo en destrabar el nexo cuando Gustavo Béliz era el encargado de esa relación.

    En este escenario, fue relevante la cena que compartió Massa con Juan González. Nacido en Cartagena, Colombia, trabaja hace tiempo para el Gobierno de los Estados Unidos pero adquirió más vuelo con la llegada de Biden y la idea de recomponer puentes derrumbados que había dejado la administración Trump. Con la residencia del embajador Jorge Arguello como escenario, compartieron los comensales merluza negra con papas y vino, en una conversación que duró tres horas incluyó además a Gustavo Martínez Pandiani, asesor internacional de Massa. Los ejes de la charla fueron “las oportunidades conjuntas” para abastecer de combustibles y alimentos al mundo tras la guerra de Ucrania.

    Además, Massa recibió el aval de González a lo implementado hasta ahora como ministro de economía. Tambien lo felicito por acuerdo con el BID y estabilización fiscal y recuperacion de reservas. También se habló sobre el acuerdo con el FMI y Massa ratificó allí la decision de cumplir con las metas previstas para la próxima revision. Entre un postre de alfajores de dulce de leche, la charla sobre la deuda que dejó Macri dio la pauta de que Argentina tendrá que maniobrar en el marco del acuerdo de pago.

    “West wing” reforzada

    En horas de la tarde, Massa participó de un encuentro particular en la Casa Blanca. Mantuvo un encuentro de trabajo con los tres consejeros más importantes de Biden: Jake Sullivan, Mike Pyle y Juan González.

    Al ministro lo acompañaron el viceministro Rubinstein, Madcur y Martinez Pandiani. Y los embajadores Jorge Arguello y Marc Stanley. “Dialogaron sobre los efectos de la guerra en la economía argentina e intercambiaron ideas sobre cómo encarar de modo cooperativo los desafíos en seguridad alimentaria y energética global”, explicó a este diario una fuente oficial. Y agregó que también avanzaron en torno a iniciativas orientadas a incrementar el comercio bilateral e inversiones.

    El hecho, inédito por la relevancia, obligó a reforzar la seguridad en el Ala Oeste de la Casa Blanca, que se vio plagada de guardias del servicio secreto. Conocida en ese país como “West Wing”, la zona generó incluso una exitosa serie política con ese nombre. Allí se ubican el Salón Oval, la Sala de Reuniones del Gabinete y la Sala de Situación.

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