Aunque la postulación del diálogo social tripartito es una constante de la CGT y, en particular, de Gerardo Martínez, el marco primermundista del encuentro, el rol convocante de Ryder y la presencia de Moroni en su doble rol de ministro argentino y presidente de la Conferencia de la OIT de este año le dieron a la cena un carácter de mayor trascendencia en la evaluación de los comensales. Todos coincidieron en destacar la importancia de un acuerdo tripartito para brindarle a la política económica elementos de previsibilidad a salvo de la conflictividad interna del oficialismo.
De continuar el ánimo de concordia de Ginebra ambas centrales retomarán los contactos en Buenos Aires para buscar puntos en común sobre la economía doméstica. Los protagonistas se encargaron de diferenciar esa instancia con la del Consejo Económico y Social, esa entidad brumosa que lidera Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos, y que fue creada con el alegado propósito de delinear un rumbo de largo plazo para las grandes preocupaciones de los argentinos sin detenerse en la coyuntura.
El eje para ese eventual diálogo será la problemática inflacionaria. No es azaroso que, junto a la CGT, departiera ayer Funes de Rioja, que además de la UIA encabeza la principal cámara patronal de industrias alimenticias (Copal). Y tampoco que fuera parte de las deliberaciones Julio Cordero, representante de Paolo Rocca en temas laborales del holding Techint, responsable del grueso de la obra necesaria para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.
La delegación sindical recibió con preocupación y relativa frialdad la crisis política que derivó en la expulsión de Matías Kulfas del Gabinete nacional. Contra todos los pronósticos no hubo voces de alarma por la salida de un ministro de clara alineación con Alberto Fernández y uno de los interlocutores principales del Gobierno con la CGT. Tampoco por el rol en la crisis de Cristina de Kirchner, a quien la central obrera mira siempre con desconfianza. Como respuesta genérica al terremoto político hubo, de parte de los dirigentes, una bienvenida a Daniel Scioli como nuevo ministro de Desarrollo Productivo y no mucho más.
“Más allá de la situación de coyuntura es necesaria una concertación política que brinde garantías de estabilidad con respuestas a la sociedad frente a la incertidumbre. La política tiene que dar un salto cualitativo, llamar a la oposición y atender el proceso inflacionario. Mientras la política siga pensando en 2023 y no aparezca un plan estratégico no habrá un horizonte de calma y previsibilidad”, le dijo anoche a este diario Gerardo Martínez. El gremialista valoró el reencuentro de Alberto Fernández y Cristina de Kirchner pero recalcó la necesidad de establecer “un plan de